martes, 30 de diciembre de 2008

El año que se va


Este es muy probablemente mi último post del año. Atrás se quedan (casi) trescientos sesenta y cuatro días del año del ciclo que se va. De más está decir que se me fue volando, que el año caminó como si tuviese cien pies, se fue como el agua, diría alguna de mis tías...
Este año hubo olimpiadas, ni los Pumas ni el Atlante fueron campeones, y no supe quién ganó la Serie Mundial porque andaba justo en el caso integrador final de mi maestría. También me enteré de que han matado (y lo siguen haciendo) a mucha gente por el narcotráfico, que hubo una reformita light en materia energética en mi país, y que un tal López Obrador sigue dando lata. Por cierto, México se quedó en el "ya merito" en todo, para variar: los maestros hacen paros y huelgas porque sus plazas no serán más heredadas y porque reprobaron el examen general de conocimientos, los médicos protestan porque no podrán comprar su examen de especialidad, un puñado de legisladores "clausuran" el Congreso, y el segundo hombre del presidente, junto con otros del gabinete, se matan en un avionazo por dos causas: los pilotos del avión fueron reclutados porque costaban más barato y a que, por consecuencia de su ineptitud, volaban muy cerca de un boeing cuya estela los atrapó, desplomándose. Si Fox no se "hubiera" amedrentado ante los rancheros macheteros que impidieron la construcción del nuevo aeropuerto... "hubiera" es el pasado participio del verbo pendejo.
El mundo no estuvo tan lejano de la estupidez: tenemos una crisis mundial por culpa de los gringos y de la globalización, y esto puede ser el inicio del fin del mundo ¿qué puede pasar si se paraliza la economía mundial? ¿que puede suceder con 25 mil millones de desempleados?
Además, y como colofón del 2008, Bush se llevó un atentado a zapatazos donde no salió herido pero le llamaron "perro" en un lugar donde hacerlo, debe lastimar más que cualquier otra arma. Además el mundo se congratuló con el agresor.
La guerra sigue, ahora mismo los israelíes se desgranan a bombazos contra los palestinos; homo omini lupus est. El hombre es el lobo del hombre.
Pero el mundo gira y en el microcosmos personal de cada uno suceden cosas, una buenas, otras malas, otras simplemente suceden.
Lo que para mí comenzó como un propósito de año nuevo se convirtió en un blog con cara de mascota en la que desgrané setenta post publicados con este que escribo. Un espacio que me ha dado disciplina para escribir, holgura para disfrutar y tribuna para acercarme a muchos amigos de quien sabía poco o nada y ellos a la viceversa de mí. Espacio para conocer también a una blogósfera que está viva e inquietante, a un click de distancia. El sábado cené con la Nena Mostra y fue como conversar con alguien que conoces de toda la vida pero ves por primera vez. Aunque no los conozco físicamente, mi tocayo Miguel Mastroscello de P&M, Octavio Lara "Callao" y mi enigmática "M" fueron seres valiosos y entrañables que conocí este año gracias al blog. Se que los veré porque ahí estarán.
Escribí, crecí y disfruté. Pienso hacerlo el año que viene. Trato de ponerme propósitos concretos, logrables. El año que viene trae clavada la divisa de lo difícil, de lo indescifrable; sin embargo no se le puede negar una senda de esperanza; pero a Dios rogando y con el mazo dando, decía otra tía, no hay buenos propósitos sin sustento, sin trabajo, sin búsqueda constante.
Y a pesar del calentamiento global, de la crisis mundial, de la guerra y de la estupidez humana, también tenemos cosas entrañables y magníficas como el amor, la amistad, la solidaridad, la creatividad y la convivencia. La insospechada magia de ver el sol salir cada mañana.
Este Zorombático ha sido muy feliz en el 2008 y les desea, a todos sus amigos, lectores y mirones en general, toda la felicidad del mundo para el 2009.

Nos vemos el año que viene.

lunes, 29 de diciembre de 2008

Rudo y Cursi, lo que sí y lo que no


El viernes invité al cine a mi consorte. Ahora que estoy pasando por mi cuarentona etapa de futbolista en activo, en navidad me regaló unos rudos guantes de portero que me quedaron chicos, por lo que hubo que ir a cambiarlos por un par de talla diez; ya en el centro comercial, nos metimos a ver "Rudo y Cursi", de Carlos Cuarón. Carlos es hermano de Alfonso, y generalmente era el guionista en algunas de las películas dirigidas por su hermano, como aquella "Y tu mamá también", donde se hicieron famosos Gael García y Diego Luna, como los amigos charolastras. Esta vez, Carlos debuta como director teniendo como productores a las nuevas vacas sagradas del cine mexicano: su hermano Alfonso, Gonzáles Iñárritu y Guillermo del Toro.
La película comienza con una narración en off de un personaje argentino, quien cobra vida en las siguientes secuencias, pero acompañará la trama tanto con el personaje de "Batuta" como en la locución en off, muy al estilo de "Y tu mamá..."
No voy a contar mucho de la trama, solo puedo decir que es una peli de fútbol y por tanto, una alegoría que retrata en muchos sentidos las vicisitudes inmersas en el juego.
Lo que me gustó fueron las referencias al fútbol que va contando Batuta: la historia del soldado que patea por primera vez una cabeza de un enemigo degollado que se convierte en el primer gol, el amor a la camiseta y a la madre, la traición y sufrimiento del portero, el juego fraternal y el juego enemigo... Y así, con estas reflexiones, se va desgranando al jugador, al aficionado, al hijo, al hermano, al marido, al mexicano, al argentino y a la industria del fútbol.
Me gustó la actuación de Bernal y Luna; su fraternal conjunción, el equipo que hacen entre los hermanos Cuarón, derivando en una buena dirección, pero cimentada en un guión extraordinario. De hecho, Carlos me sigue pareciendo mejor guionista que director. Siempre he pensado que un buen guión sostiene cualquier filme.
Lo que no me gustó fue lo "pichicato" de la producción, que aunque se ve que no es una película barata o de bajo presupuesto, me pregunto qué le falta al cine mexicano para aventarse a hacer superproducciones dignas de un extraordinario guión. En la peli, los equipos son ficticios, con nombres y jugadores de mentiras, aunque se reconocen sin problemas locaciones como "La Cantera" de los Pumas de la Universidad. Me pregunto por qué no salieron equipos de primera división reales, con jugadores reales; en Hollywood, en cualquier película de béisbol, aparecen los Yankees y, en una de esas, hasta las estrellas del equipo tienen papelitos secundarios. ¿Por qué acá no? ¿por qué en películas mediocres en cuanto a nivel actoral y con guiones de quinta como en "Goal" con Kuno Beker, que no le llega ni a los talones a medio charolastra, tiene participaciones de gente como Beckham, Figo o Ronaldinho? ¿por qué no salió el Estadio Azteca? ¿por qué si los productores son nuestras nuevas y flamantes vacas sagradas que se codean con las estrellas de Hollywood y Cannes no arriesgaron más dinero para una superproducción a la altura de la afición mexicana?
Tal vez porque la Femexfut no le gustó el guión, donde hay apuestas subterráneas, corrupción, trampa y abuso.
Rudo y Cursi, una película palomera que pudo ser una superproducción. Hasta en esto reflejamos nuestro subdesarrollo.

viernes, 19 de diciembre de 2008

Picasso en Cancún (Parte 2)


Cuando alguien me dijo que habría una exposición de Pablo Picasso aquí, en Cancún, lo primero que pensé fue que me querían tomar el pelo, lo cual es una situación harto compleja: soy minusválido capilar por herencia paterna. Lo segundo fue: vayamos a averiguarlo.
Ese viernes, después de la divertida visita al Centro de Convenciones que he relatado en la parte uno de este pequeño serial, me dirigí con mi amigo Pepito al lugar menos imaginable para albergar parte de la obra del artista malagueño: La Isla Shopping Mall.
Para mis queridos lectores de Shrewsbury, Bostwana, Yokohama y Chicoutimi, explico: La Isla es la plaza comercial más famosa de Cancún; el paraíso del consumo organizado. Lo escribo no porque esté en contra del shopping, cada quién su cartera y sus gustos, lo que me llamó la atención es que ahí se encuentra desde hace relativamente poco tiempo el Museo Pelópidas.
Cuando llegamos, a cinco metros del umbral, nos asaltaron dos guardiasblancas de seguridad:
Guardiablanca-maya-cara-de-malo: ¿de dónde viene?
Zorombas: Pues de mi casa, menso, de donde más, además vengo de trabajar como burro todo el día, ¿qué? ¿está cerrado?
Guardiablanca-maya-cara-de-malo: No, está abierto, pero ¿es usté mexicano?
Zorombas: Pues mira mano, perdón que te decepcione porque de seguro crees que soy noruego, pero sí, soy del país, y además orgullosamente cancunense ¿cómo ves? ¿no puedo entrar?
Guardiablanca-maya-cara-de-malo: Señores, para ustedes la entrada es gratis, pasen con la señorita.
La señorita resultó ser Wanda, quien al parecer estaba bastante aburrida hasta que llegamos nosotros; nos dio la bienvenida al museo, nos explicó lo que ibamos a ver pero sobre todo, noté que le daba gusto que estuviéramos ahí. Nos contó que esa exposición costó mucho dinero traerla a Cancún y es muy poca la gente que se interesa en entrar al museo. "Hace una semana vino una pareja, y cuando le dije al señor que el precio del boleto costaba ciento ochenta pesos, se rio y me preguntó si incluía barra libre". Compadecí a Wanda lidiando con neandertales en busca de sol y alcohol.
La muestra se llama "Suite Vollard" y consta de cien grabados en diferentes técnicas como aguafuerte, buril, aguada, aguatinta y punta seca. En 1930, por encargo de Ambroise Vollard, Pablo Ruiz Picasso realizó estas estampas finalizando en 1937; algunas de las planchas tienen grabado el día, mes y año de realización, lo que da un carácter cronológico a la obra. La obra se divide en varios temas: Violación, El Minotauro, varios temas libres, Retratos de Vollard, y El taller del escultor, donde aparece constantemente Merie-Thérèse Walter, el gran amor secreto de Pablo; Merie-Thérèse es la inspiración convertida en línea y dibujo magistral del artista en esa serie, llenos de erotismo y sensualidad, donde como decía el propio Pablo, solo el que sabe dibujar, puede desdibujar.

Desde luego, mi serie favorita es la del minotauro. Cuentan los que saben que Vollard se proponía a publicar una serie de quince estampas de Picasso y un texto del poeta francés André Suarés sobre el mito del Minos y Pasífae en 1940, pero el editor murió antes. Pasífae era esposa del Rey Minos y un día, se enamora de un hermoso toro. Obviamente, los dioses castigan los amores furtivos y malsanos de Pasífae que pare a un monstruo llamado Minotauro; mitad cabeza y morro de toro y la otra mitad cuerpo de humano. Dédalo lo encierra en un laberinto construido exprofeso para su cautiverio y es alimentado por catorce doncellas al mes. Hasta que aparece Teseo, quien se enamora de Ariadna y juntos construyen un plan para matar al minotauro y escapar del laberinto, pero eso es otro cuento. Por cierto, las plazas de toros parecen eso: un laberinto de corraletas que desembocan en el albero. Pablo Picasso era un gran aficionado a los toros y hay mucho de taurino en los grabados de la serie del minotauro: algunos trazos que sugieren ruedos, banderillas, cornadas.

Hace muchos años, el Museo Tamayo de la Ciudad de México se inauguró con una exposición que se llamó "Los Picassos de Picasso", yo estaba por entrar a la universidad. Esa exposición la vi cuatro veces y marcó mi vida futura profesionalmente. Picasso es así y ojalá marque a Cancún esta exposición. El gráfico publicitario me gustó mucho:


Pero cuando crees que lo mejor ha terminado, oh sorpresa; Wanda bien lo dijo a la entrada: "no dejen de visitar el "black room", que no es otra cosa que otra minisala donde se encuentra alojada por ahora la obra de Joquim Ramírez de Cartagena i Hereu, mejor conocido como Quim Hereu. Es un pintor catalán hiper realista, con traza postmodernista de formato medio. Autodidacto en pintura pero graduado en ingeniería, Hereu recuerda un tanto a Magritte; una suerte de surrealista del siglo XXI, con nuevas manías interpoladas.


Mucha de su obra se inspira en los viajes que ha hecho. En total se exponen seis óleos de formato medio de este singular artista.


Algo de lo que no me gustó fue la falta de información de cada artista al inicio de cada muestra.
La exposición de Picasso estará abierta hasta marzo del 2009, así como la muestra de Hereu. Puede visitar la página del Museo Pelópidas y también la de Quim Hereu, y si usted vive o pasa por Cancún, puede darse un tiempo para visitar el Museo y a Wanda.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Cancun Kitch (Parte 1)

El objetivo del viernes por la tarde era hacer por partida doble, lo que rara vez se hace en Cancún, ir a dos exposiciones de arte en un solo día. El programa se antojaba interesante para ser un lugar donde el tema es la barra libre, el tiempo compartido y el all inclusive.
La primera resultó ser una expo-feria de arte internacional en el Centro de Convenciones; más de cincuenta artistas exponiendo y, algunos, aprovechando para mercadear su obra. Había algunas propuestas que me parecieron interesantes, como este cuadro de un artista sueco.

O este otro, de un pintor escandinavo también. Presentó varios por el estilo, de mujeres borrosas y boconas. Melancólicas como tías abandonadas.

Donde al final, lo que cuenta es el grado de expresión y la transmisión del artista mediante su mensaje, íntimo, cifrado y personal muchas veces, a través de su obra.
Este es un collage de técnicas variopintas de Sheila Patricia de la Fuente, de México:


Fue la única que me aprendí el nombre, porque por si fuera poco, en la World Art Vision 2008, la única información del artista y su obra eran hojas tamaño carta con el nombre y el país de origen pegadas en las mamparas. Parece que los organizadores no tienen ni idea de que existen fichas técnicas. Además de curador... para muestra, cheque usted esta doble joyita del kitch:


Al comprar los felinos se le incluyen los finos marcos de brillantina con marialuisas de paja de la región.
Pero tal vez le apetezca esta zandunga warholiana con todo y rosas de plástico y velo de encaje de bolillo tridimensional para lucir en la sala de su casa:


Y ya entrando de lleno con las musas inspiradoras y femmes fatales, a continuación un merengue fotográfico de alguien que parece ser... ¿Gloria Trevi?


Ahora que si lo suyo, suyo son las de romanos ¿qué espera para adquirir esta masterpiece de Marlon Brando y Cher en bellas locaciones pirinéicas?

La obra es de un italiano que al parecer se conoce al dedillo la anatomía y la proporción de su estirpe romana.
También había escultura; ésta pieza no tenía ficha técnica pero si una tarjeta que rezaba: $5,000 USD. Desafortunadamente no decía en qué gobernador se inspiró el artista.


Así de divertido estuvo; algunas piezas interesantes, de buena factura artística, propositivas y otras chaneladas como las que ya mostré. Una expo muy desigual en calidades, sin embargo no dudo que haya tenido éxito aún el de pronóstico menos favorable.

Al otro día, en plena calle me encuentro con esto:

Es el rótulo-anuncio-espectacular-fachada de un zapatero ambulante que atiende en la acera de una avenida. Juzgue usted, pero la comunicación visual pretendida por el artista, creo que se logra sobradamente y cumple su cometido.
Caminé un par de cuadras más y vea la escultura neo-post que me aguardaba:

Incluye una rosa natural y flores de cempazuchitl, aderezada con un bonito verdor que realza los ojitos del... ¿flor-osito?
Esta es una ganga: $5 USD. Con un nutritivo descuento si adquiere más de tres. El escultor se hizo amigo mío y me vio tipo de mecenas. Espero sus pedidos.

Mañana continuaré con el post del otro museo.

lunes, 8 de diciembre de 2008

La lección del taxista


Hoy llevé mi auto al servicio muy temprano. Busqué un taxi para que me llevara al trabajo. Ya en camino, después de haber dado indicaciones al taxista hacia dónde dirigirnos, permanecí en silencio; ya no me gusta hablar en los taxis... uno nunca sabe. A pesar de mi mutismo, pasadas tres cuadras, el taxista habló:
– ¿Cómo va el trabajo?
Así, sin mediaciones, sin la más mínima escala en la intentona de romper el hielo. El taxista lanzaba su pregunta con el tono de buscar una respuesta real y congruente, cómo si me conociera de años y esa pregunta fuese el medio para llegar a un punto nodal. No me quedó más que concentrarme y dar una buena respuesta. Respeto a la gente que desea intercambiar una conversación a esas horas de la mañana, y más si el preámbulo se antoja inteligente.
Le contesté de manera escueta pero real: estamos preocupados porque se nos puede acabar el trabajo y estamos haciendo esfuerzos por preservar a nuestros clientes y dar un mejor servicio.
El taxista comenzó enseguida a darme las fórmulas del éxito: trabajar mucho, pero trabajar en equipo, ponerse del lado del cliente, buscar la manera de que nuestros clientes nunca, por ningún motivo se olviden de nosotros y sobre todo, me dijo, cancelar la posibilidad de que los tiempos malos nos atacarán si nosotros contrarrestamos con inteligencia y más trabajo. Me contó de que había trabajado en la Pepsi, como ayudante de un vendedor y por cinco años habían sido el equipo más exitoso de su zona; me habló de que los demás compañeros le llamaban "lambiscón" y concluyó, cuando nos acercábamos a mi trabajo, que ahora tenía ese taxi propio y estaba en vías de comprar uno más. Nunca me dijo de dónde era y cómo se llamaba, si tenía familia y era feliz; no había tiempo ya. Los pasajeros son personajes efímeros en la novela diaria de los taxistas. Me apeé del taxi y cuando entraba al trabajo noté que iba yo de buen humor, listo para afrontar el pinche lunes. Me quedé pensando en el taxista de acento yucateco y recordé una palabra que aprendí de la Nena Mostra hace poco: buenpedés. Buen pedo. Buena onda, buenas ideas, buena forma de prolongarse a través de los demás. ¿Será que eso es lo que nos falta a los mexicanos? ¿trabajar mucho y de buen humor, sin quejarnos de todo y contrarrestar la adversidad con soluciones que pueden devenir del optimismo?. Un taxista me dio lecciones de mercadotecnia práctica y ética el día de hoy. No me lo dijo pero seguramente es yucateco, quintanarroense, sonorense, veracruzano. Es mexicano.

El indulto


Un domingo de hace mucho, cuando yo era un chavalillo de siete años, me enteré de lo que era un indulto de un toro bravo. Mis padres regresaron de los toros y nos recogieron a mis hermanas y a mí en casa de la abuela, dónde nos habían dejado encargados a falta de boletos. Mi madre me lo contó todo: a un toro bravo, bravísimo, se le había perdonado la vida. Y mi madre se desgranó en una prosa deliciosa explicándome los avatares por los que pasa un toro de lidia para demostrar su clase y categoría, para que en diez o quince minutos, el matador sea el sinodal implacable que le ha de perdonar la vida, haciendo que el animal vuelva al campo, victorioso, a padrear sus vacas.
Pasaron los años y vi muchas corridas de toros y algunos indultos. El que más recuerdo fue aquel toro de nombre "Samurai", de Begoña, indultado por Pedro Moya "Er niño de la capea", en 1986. Era un torazo castaño, ojo de perdiz y rebarbo. El "paisano" lo brindó a Pedro Vargas, que estaba en una lumbrera de sombra, viendo una corrida en homenaje suyo. Toro y torero se convirtieron en colaboradores perfectos de una obra maestra. El indulto era más que merecido y el Capea quedó en lo que demostró siempre en la México, un maestro. Al otro día, mientras "Samurai" era atendido para curar sus heridas y regresar a la ganadería, casi mata a un vaquero cuando se salió por un descuido del tranquero. Las imágenes fueron capturadas por el inolvidable cronista y escritor José Alameda.
Otra imagen famosa fue la de aquel toro de Manolo Martínez, "Zalamero", indultado por Manolo Mejía, en 1994. Cuando días después, ganadero y matador van a "visitar" a Zalamero a las corraletas de la plaza, donde el toro convalecía, Mejía sale del burladero y Zalamero, a tres metros del torero se lo queda viendo, mansamente, como diciendo "yo te conozco, amigo..."
Pero la más entrañable de todas para mí, fue aquella transmitida por el ingeniero Téllez en su programa Toros y Toreros: "Amoroso" de Mimiahuápam, indultado por Manolo Martínez, saliendo de su cajón y pisando tierra en su ganadería: el animal, totalmente recuperado de sus heridas, sanote y con cara de felicidad, se reunía con un puñado de vacas que lo esperaban, coquetas, para que él padreara por el resto de su vida. ¡Eso es vida!
Ayer sucedió el doble milagro de la tauromaquia: ver un toro bravo de verdad y la maravilla del indulto. El toro se llamó "Pa'enero" y fue de Xajay. Se lidió en cuarto lugar y correspondió en suerte al moreliano Fernando Ochoa. El animal fue bravo desde su salida, tomó dos varas con fijeza y provocó dos tumbos. Con la muleta, "Pa'enero" fue con bravura y temperamento por ambos lados, derrochando la nobleza de los toros bravos criados por los señores Sordo Madaleno. La faena de Ochoa a mí no me dijo nada; el toro, el bravísimo y noble "Pa'enero", lo fue todo. Cuando Ochoa se perfilaba a matar, el juez dio la orden del indulto. No hay imagen más bella y sobrecogedora que ver al animal, volver victorioso por la puerta de toriles, con su bravura a tope, como un gladiador enorme.
Ochoa dijo "me hubiera gustado matarlo"; pobrecillo aprendiz de torero, aún no sabe que primero debe agradecer la bendición de la bravura de ese toro que, en un descuido, le dará fama y más corridas.

La foto es de Manón, a guisa de no haber encontrado una real de "Pa'enero", ya que todos los reporteros han publicado fotos de Ochoa. Dejo también el enlace a la ganadería de Xajay, para que los antitaurinos que van a dejar improperios en los comentarios, tengan una idea de lo que es "crear" un toro bravo.

sábado, 29 de noviembre de 2008

El juego del hombre

La primera vez que pateé un balón de futbol en una cancha fue el 3 ó 4 de septiembre de 1972, en el Instituto México. La fecha la infiero porque las clases comenzaban siempre después del insufrible informe presidencial, que duraba 5 o 6 horas; se encadenaba la transmisión por radio y televisión, se escuchaba en el mercado, en los parques públicos y hasta las tiendas departamentales, y sumía a la muchachada en la más profunda depresión, pues era el preludio inequívoco del fin de las vacaciones y la vuelta a clases al otro día.
Aquel infausto día de primero de primaria, pateé el balón de cuero que pesaba un catorzal y anoté gol, en mi propia portería. El hecho marcó mi estadía durante toda la primaria y la inevitable antipatía de mis compañeritos de equipo, quienes hicieron hasta lo imposible por sabotear mis posteriores incursiones futboleras y aprovechando el ambiente de una escuela de varones, dejaron caer toda su furia en mi zorombática y escueta personita. Sin embargo, nunca decayó mi gusto e interés por el futbol.
En casa, después de los toros, el futbol era la segunda religión. Muchos paseos dominicales fueron postergados o suspendidos a causa de algún partido, y comencé a aficionarme al futbol de sillón desde muy temprana edad, echado a los pies del sofá donde el Doctó veía la tele. En la cancha, seguía yo siendo un tronco; el Instituto México se caracterizaba por su alto nivel futbolístico y había una liga interclubes, la cual exigía el entrenamiento por las tardes, pero como vivíamos lejos de la colonia Del Valle, mi madre priorizaba la tarde para llevar a mis hermanas al ballet. Mis hermanas estudiaron con Sonia Amelo seis años sin pasar del grand plié y el demi plié y yo me quedé en la banca perpetua de mi vida futbolística.
Dados los acontecimientos, volví al futbol de sillón con furia desmedida; me importaban un bledo Mr Ed, las caricaturas de Popeye y Bataman y Robin, y exigía con furia ver el partido del América aunque el Doctó estuviese en el hospital por alguna guardia. Tenía yo siete años y sí, ahora lo confieso, tuve una etapa muy negra en mi vida: le fui al América una temporada.
Afortunadamente se me quitó en la temporada 75-76 gracias al Cruz Azul, que a la postre se volvió tricampeón con mis héroes Miguel Marín y el "Alacrán Jiménez". Pero de chaval se es muy volátil y pronto cambié al Atlético Español, donde jugaban unos negros peruanos sensacionales: Muñante, Estupiñán y Gerónimo Barbadillo, creo que también estaba Chumpitáz; eran un trabuco. Pero para la temporada 77-78 el hit eran los Pumas, de la Univiersidad Nacional; me volví fan del goleador Cabinho y del debutante Hugo Sánchez, el "Niño de Oro", como le decían en esos años. A partir de esa temporada he sido, soy y seré PUMA, universitario y de corazón azul y oro. Ah, lo olvidaba, desde esos años también ODIO al América; me saca ronchas de solo pensar en ese club. El otro día mi consorte me llamó "americanista closetero"; estuve a punto de llamar a mis abogados y finiquitar mi relación conyugal.
Salvo las cascaritas ocasionales en la cuadra, con mi entrañable amigo Juan Bernardo, quien morirá pensando que sigo siendo un tronco, lo mío seguía siendo el futbol de sillón; me encantaba escuchar a Ángel Fernández cuando iniciaba la crónica del partido diciendo "Este es el juego del hombreeeeeeeee" con una vozarrón que mi madre detestaba y le llamaba "el bocazas". Fernández vivía muy cerca de mi casa, y ya de adolecentes, Juan Bernardo y yo convivimos un par de tardes con uno sus hijos: Alí, llamado así según él por la admiración de Fernándes por el boxeador Mohamed Alí. Es una fortuna que el "Maromero" Páez no era famoso cuando el bautizo del vástago.
Los años pasaron con varios mundiales de por medio, mucha televisión y poco o nulo futbol real, salvo las cascaritas de la cuadra. A cambio dediqué el tiempo a la natación y luego al ciclismo, donde vestí la casaca de los Pumas, precisamente, en el equipo de ciclismo de la UNAM. Mis mejores y competitivos años pasaron sobre la bicicleta, donde aprendí que rodar en pelotón tiene una meta y hay mucho trabajo de equipo.
Pero el futbol siempre ha estado ahí: el Doctó y yo nos hicimos muy buenos cuates en la temporada 85-86 en que los Pumas vencieron al América; por primera vez en toda mi vida, mi padre y yo ibamos juntos al Estadio Azteca; esa noche, en el partido de ida, llegamos tarde porque el Doctó tuvo mucha consulta y nos tocó un verdadero baño de alguna miasma que no era precisamente cerveza. Al partido de vuelta, en el Estadio Universitario, decidimos no ir y verlo por televisión. Ese día murieron dieciseis personas en un tunel.
También fuimos a un partido del mundial de 1986, Inglaterra vs Paraguay, lo mejor fue el ambiente y la cantidad de cervezas que el Doctó me disparó; salimos del estadio con tanta voluntad que nos hicimos amigos de unos holligans ingleses. Yo tenía 20 años y era novio de Zharife.
Por esos años ya no había cascaritas en la calle, Juan Bernardo y yo descubrimos el fuego del licor, el brillo del dinero, el automóvil, el cine y la mujer, parafraseando a Serrat. Pero el futbol de sillón seguía ahí, fortalecido por la novedad de la tertulia; y entonces se hizo común juntarnos a ver el Chivas-América, o el Pumas-Cruz Azul.
En octubre inauguraron una cancha de futbol en la compañía donde laboro; es para seis jugadores por bando y de pasto paspalum, del usado en las canchas de golf, está hermosa la canchita. Me invitaron a jugar en un equipo y elegí ser arquero. Lo que nunca hice en el Istituto México, lo vine a hacer a los 42 años, y aunque luzco rozagante como un mocetón, lejos estoy de tener la movilidad de un muchacho de 20. Jugué por primera vez de manera oficial; con un árbitro, con tachones, con uniforme y con todo el protocolo del caso requiere. Los primeros dos partidos lo hice bien, con algunos lances voluntariosos y buenos resultados. El tercer partido, la final del torneo relámpago, no fue bueno; me rompí un dedo si saberlo en el primer tiempo, perdíamos por diferencia de un gol y en el segundo tiempo el equipo rival arremetió sin contemplaciones, mi equipo se cansó y además, cometí errores implacables.
La temporada comenzó de nuevo, esta vez con 16 jornadas por disputar entre siete equipos. Hace una semana volví como arquero después de que mi amigo Cantú se lesionó el hombro, jugué casi todo el segundo tiempo; ganabamos 4-3 cuando entré y salvé dos goles rivales sosteniendo nuestra victoria; esta vez era el héroe. Así es el futbol real; a veces da, a veces quita.
Volvamos al futbol de sillón. Hoy jugó el Atlante contra los Tigres en cuartos de final. Mi segundo equipo son los Potros del Atlante porque son cancunenses desde hace tres temporadas; ahora soy POTRO-PUMA. Los Potros ganaron jugando mal y pasaron a semifinales. Mañana juegan mis Pumas contra Cruz Azul, ya veremos.
Todo apunta a que seguiré siendo un crack en el sillón.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Blindness

El martes andábamos de buenas mi consorte y yo. Decidimos ir al cine. Se necesita estar muy de buenas para ir al cine en Cancún. No es fácil lidiar con una cantidad de subnormales que va al cine a platicar, a socializar con sus compañeros de venta de tiempos compartidos, a beber martinis de fresa, a tragar como cerdos desde palomitas hasta crepas, a hablar por su nuevo celular (hubo un neandertal que una vez puso el espíker) o a hacer cualquier otra cosa que no sea limitarse a ver la película. Mi amada y yo somos fans del 007, pero mi consorte, abnegada como buena mujer sumisa y mexicana, accedió a ver Blindness. Ninguno de los dos hemos leído la novela de Saramago, pero ambos conocemos su obra y sabemos sus alcances. No fue difícil convencerla. Además estábamos de buenas. Además el cine estaba solo.
La peli está dirigida por Fernando Meirelles, quien posee en su filmografía el peliculón "Ciudad de Dios" (Cidade de Deus, 2002. Dato cultural para mis amables lectores de Shrewsbury, Bostwana, Yokohama y Chicoutimi) y basada en la novela "Ensayo sobre la ceguera" del gran escritor portugués y premio Nobel, José Saramago. Del luso hay una anécdota hermosísima; un día, cuando se encontraba en el umbral de la famosidad, un periodista le preguntó: "Don José, ¿por qué usted comenzó a escribir después de los cuarenta años?". Saramago se rascó la nuca y simplemente contestó, como quien contesta la nimiedad de por qué diablos no hay cerveza en el refri: "Porque no tenía nada que contar..."
El mecánico automotriz retirado, al parecer desarrolló una cantidad de cosas bárbaras que contar, porque no ha dejado de sorprendernos, al menos a mí, que me dejó estúpido con su "Evangelio según Jesucristo".
Cuentan los que saben que, Ensayo sobre la ceguera es su obra maestra, por lo tanto, el portugués nunca tuvo dentro de sus planes vender los derechos para hacerla película. Al final lo convencieron y finalmente se comenzó a rodar en 2007 en locaciones de Toronto, Saõ Paulo y Montevideo. Con un guión adaptado extraordinario, un reparto multinacional, y una magistral dirección.
En una ciudad irreconocible, que puede ser cualquier ciudad del mundo, la gente comienza a quedarse ciega, uno por uno de los habitantes padece paulatinamente ceguera blanca, hasta que prevalece el caos y aflora lo peor y lo mejor de los hombres y las mujeres.
Con una extraordinaria fotografía que va de difuminados a blancos y exageradas sobreexposiciones, el director utiliza estos y otros recursos para generar tensión en el expectador; la escena de cuando las mujeres van del pabellón uno al tres, es un ejemplo de que no se necesita ser explícito para provocar una reacción de horror en el público (¿me estás leyendo Tarantino?).
La historia es una parábola de la condición humana, de toda esa porquería que somos capaces de sacar cuando la anarquía reina, de lo podrido que está el género humano, de suciedad y desvarío. Pero también de la grandeza de los hombres y de las mujeres, de la solidaridad, de la hermosa capacidad de la compasión y el amor, del instinto de ayudar y de servir. De la esperanza. Blindness es un tratado de ética y un microcosmos del comportamiento humano. Una película cruda, áspera y muy inteligente, no apta para cualquier público.

lunes, 17 de noviembre de 2008

No tiene la culpa el indio...

Quienes me conocen o me han tratado más allá de dos cervezas, saben que aborrezco a Carlos Loret de Mola. Me cae mal; se me hace un pseudo periodista amarillo apadrinado por su familia y amigos poderosos. Ver el noticiero de la mañana que él conduce es para mí un tormento; y si hubo algún resquicio en el cuál me pude congraciar con él, fue cuando por supuesta afición taurina entrevistó al torero José Tomás, evidenciando que su conocimiento de la tauromaquia no llega más allá del chisme y el vodevil.
El viernes tuve que ir como enviado especial de la compañía para la cual trabajo, a nuestro stand en la Expo Proveedor Kapta 2008, una feriecilla bastante pinche en el Centro de Convenciones de Cancún. Como levantón para tan deslucido evento estaba anunciada una "conferencia magistral" de Carlos Loret de Mola, a las 4 de la tarde.
Parte por curiosidad morbosa y parte porque la feria estaba muerta y por el stand no pasaba nadie, me apersoné en el auditorio los últimos quince minutos de la mentada conferencia magistral. Me sorprendieron varias cosas; la primera es que el auditorio no estaba lleno, lo cual indica que la misma feria y su tema, a pesar de su conferenciante, no tuvieron el suficiente poder de convocatoria. En cuanto me senté a escuchar a Loret, caí en cuenta que era alguien un tanto diferente al que aparece todas las mañanas en el noticiero; un sujeto de mediana estatura, con una camisa de lino arrugada más allá del lino, desfajada y mal abotonada, de pie ante un micrófono, más en el papel de un híbrido de Dr. Phil con David Letterman, región cuatro. No imaginé que un economista, ganador del premio nacional de periodismo pudiera decir tanta burrada, en tan corto tiempo, y que su público estuviera muerto de la risa celebrándole su show inicuo. Loret hablaba con una informalidad tan irresponsable como si lo hiciera en la sala de sus tías, y la gente reía a chorros y le celebraba sus gracias. En esos quince minutos de mi intromisión en esa "conferencia magistral", Loret se dio vuelo. Vino al final, una ronda de preguntas:
Preguntón 1: Carlos, ¿crees que se deba de invertir en metales preciosos?
Carlos: Mira, en un tiempo de crisis como el que estamos viviendo, hay que ir hacia donde sopla el viento, y si todo indica que hay que comprar oro, o plata, o lo que sirva, pues hay que hacerlo(...).
Preguntón 2: Carlos, ¿entonces crees que Juan Camilo iba a ser el próximo candidato a la presidencia?
Carlos: Eso ya estaba cantadíiiiiisimo, ya se hablaba de eso, eh; mira yo ya sabía que se Mouriño se iba a buscar la gobernatura de Campeche (...)
Preguntón 3: Carlos ¿Tiene posibilidades Cárdenas Batel en las próximas elecciones?
Carlos: Uyyyyyy , eso si lo encuentran porque anda perdidísimo (risas), Cárdenas anda en España, entonces la veo muy difícil que pueda organizar algo desde allá, pero hay que ver si los de su partido (...) No hay más preguntas, ¿verdad? pues ha sido un gustazo estar acá, en Cancún...
Salí del auditorio y comencé a roer mentalmente lo que vi y escuché. Mis conclusiones son variopintas: uno, Loret me pareció bastante simpático como showman y la gente le festejó todo. Dos, ¿el tipo dijo algo trascendente o quedó en plática de cantina?. Tres, ¿la gente se lo cree?. Cuatro, Loret es considerado un líder de opinión, desde hace un tiempo, por mucha gente. Cinco, si antes me caía mal, mi opinión no cambia, evoluciona. Ahora Loret me da risa.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Clipperton


No se por qué extraña razón, siempre me han apasionado las historias de náufragos. De alguna manera siempre he tenido en la mente que un naufragio significa la posibilidad de demostrar a uno mismo sus capacidades más escondidas, y es ahí, en el naufragio, en el aparente desastre, donde se encuentran y a veces, florecen.
Baboseando en internet di con la Isla de Clipperton, también llamada la Isla de La Pasión; un atolón de seis kilómetros cuadrados situado a 1,200 millas de Acapulco, donde no hay nada más que guano de aves y murciélagos, una roca con forma de castillo, una laguna interior de aguas sulfurosas y apestosas y 13 palmeras sembradas por el alemán Schultz.
Como el dios google es muy generoso, me fue llevando por toda la historia de esta islita hasta que llegué a gandhi.com y compré por primera vez en mi zorombática vida, un libro por internet: La Isla de la Pasión, de Laura Restrepo.
Escrita en 1989 cuando la colombiana estaba exiliada en México, La Isla de la Pasión es una novela documentada (o documental) de la tragedia de Clipperton; narra la historia completa del atolón desde su descubrimiento por Magallanes quien la llamó "La Isla de la Pasión" y luego el pirata Clipperton que, al creer que era su único descubridor, la bautizó con su apellido y la usó para refugiarse en sus ratos libres y contar su botín con sus compinches. Cuando la humanidad descubrió que el guano era un excelente fertilizante, algunos países como Estados Unidos y Alemania se dedicaron a buscar isletas perdidas en los mares para explotar este fosfato. Fue hasta principios del siglo XX cuando México se acordó que la isla era parte del territorio nacional y comenzó a enviar soldados al atolón.
El Capitán Ramón Arnaud, recién casado con Alicia Rovira, una adolescente bien educada de Orizaba, llega al mando de once soldados con sus familias a establecerse en Clipperton, con la orden de proteger la isla ante cualquier amenaza e investido como gobernador. Un barco les proporcionaría provisiones cada tres meses desde el continente. Sólo que hubo un pequeño problemita: la Revolución Mexicana. Los dos oficiales y sus familias quedan abandonados a su suerte. La novela, que está basada en hechos reales y bien documentada, va narrando las incidencias de la isla y los personajes y retrata de manera soberbia la personalidad de los dos protagonistas principales: Ramón Arnaud y su esposa Alicia. Al final, el relato termina como fue realmente; una tragedia.
Comencé a leerlo y el libro me fue envolviendo poco a poco hasta un punto donde no pude parar sino hasta el final. Conforme iba leyendo, me iba angustiando más y más, hacía tiempo que no sentía tal sensación con un libro: hombres y mujeres abandonados a su suerte en una isla, presos del escorbuto y la locura. Aunque de Restrepo leí "Delirio", el cual me pareció muy bueno, éste me ha gustado más, tal vez porque, ya lo dije, me apasiona el tema; me leí "Relato de un náufrago" de García Márques, a los catorce años paradito en la sección de libros de Liverpool de Insurgentes mientras mi mamá hacía una visita por corsetería; cuando llegó a buscarme para irnos a la casa me faltaban como veinte páginas para terminar el relato, con todo y eso la convencí que me lo comprara para prestárselo a mi papá. Llegando a casa me lo volví a leer fascinado.
Cuando Jacobo Zabludowski agarró la modita de preguntarle a los entrevistados "si usted fuese confinado a una isla desierta ¿qué libros se llevaría?" a mi me encantaba escuchar las respuestas, a veces agudas, a veces inteligentes y en otras ocasiones muy estúpidas de sus entrevistados. Yo iba cambiando mi lista personal semana a semana y me imaginaba leyendo bajo un cocotero. Este ejercicio, sin querer, me fue haciendo un lector ávido.
La posibilidad del abandono, del desastre y la pérdida de los lazos que unen la realidad, es para mí el gran tema. Un naufragio significa ruptura; náufrago equivale a improvisar, a tomar decisiones de vida. Ramón Arnaud tomó decisiones, las que creyó que eran las mejores para un soldado que antepone todo ante la patria. Bien vista, la novela es un microcosmos de la mentalidad y las pasiones humano-mexicanas (valga la barbaridad del barbarismo): Ramón piensa y actúa de una forma, su mujer de otra, sin embargo tocan puntos concordantes; la tropa tiene otra lectura de las cosas, lo mismo pasa con los niños, así como el gobierno que se le olvida que hay un destacamento en Clipperton.
Restrepo, colombiana, bogotana como el agiaco, se metió a investigar el alma de los mexicanos: sus pasiones, sus alegorías, sus diferencias e incongruencias; aún así se le fueron palabrillas tan colombianas como "corotos" y "cabuya", que en mexicano no significan nada pero quieren decir "chácharas" y "mecate". Sin embargo, queda un magnífico trabajo de investigación y un oficio de escritora que queda como precedente para obras posteriores como la ya citada "Delirio".
Dejo un link donde Carmen Aristegui, en entrevista con el empresario Manuel Arango y Miguel Gonzalez Avelar, exsecretario de educación pública, hablan de Clipperton y sus personajes. Lo rescatable de la entrevista son las imágenes de la isla y las fotos de los personajes reales; los comentarios, principalmente de González Avelar, no valen mucho la pena. La entrevista es de 2007 y ninguno de los tres involucrados da crédito a la escritora colombiana. Ahora que si usted está interesado en leer la novela, por favor no vea la entrevista.
Me siguen conmoviendo los naufragios y la idea de permanecer aislado y perdido del mundo. Tal vez, los naufragios son mentales y a veces, quedamos solos en nuestras islas imaginarias para destruirnos o deconstruirnos, hasta que la razón nos rescate.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Recomendaciones del Zorombático


Primero un chistecín:
– Pepito ¿Qué te pasó?
– Nada Maestra
– ¿Cómo nada? Vienes todo arañado... y golpeado...
– Es que... mmm... ¡me caí de la bici!
– No puede ser, las heridas que produce una caída son raspones, y tu vienes todo arañado...
– Okey, maestra, usted gana... pero el gato es mío ¡y me lo cojo como YO quiera!

Segundo; no soy ni musicólogo, ni artista, ni toco un instrumento, ni tengo experiencia en el ámbito del amansamiento musical de las masas, y mucho menos tengo intenciones de aparecer en el elenco de "el show de los sueños", pero se me ha antojado poner en MI blog recomendaciones de la música que llega a mis manos, luego se introduce en mi iPod y finalmente permanece en mis oídos. Sirva este post es para sugerir el primero de muchos cedés.

Tercero y último. El otro día, baboseando por el MixUp de acá (que, por cierto, en la Península de Yucatán, la "X" en maya tiene un sonido de "Shhh", entonces no es "MixUp" sino "MishUp". Este dato cultural es cortesía de mi amiga La Reina del Mayab) me encontré un disco de Bobo Stenson Trio; nunca había escuchado al Sr. Bobo, así que pedí al encargado que pusiera el disco; lo escuché un par de minutos, me encantó y lo compré. Leyendo me enteré que el Sr. Bobo pertenece a la vieja guardia del jazz nórdico; el pianista sueco llegó a tocar con Sony Rollins, Gary Burton y el inolvidable Stan Getz. El disco "Cantando" que recomiendo ampliamente, es su más reciente producción con el trio formado por Anders Jormit en el contrabajo, Jon Fält en la batería y Bobo Stenson al piano.
Cantando es una pieza íntima; busque usted la manera de escucharlo relajado, de preferencia con un whisky, un buen vino o algún trago de octanaje para adultos, y trate de encontrar las texturas deliciosas que hay entre el piano, el contrabajo y la batería. A lo mejor no le entra a la primera, y como los licores añejos, hay que encontrarle el sabor. Muy recomendable para quien gusta de Keith Jarret. Al parecer, al Sr. Bobo le gusta y sabe algo de lo latinoamericano, pues el disco abre con "Olivia" una canción de Silvio Rodríguezy en el track cinco puede usted escuchar "Chiquilín de Bachín" aquel tango de Horacio Ferrer y el grandioso Astor Pantaleón Piazolla. Chiquilín arranca con un solo de batería sui generis y la pieza es una auténtica joyita. Otro track increíblemente bello y delicado es "Don's Kora Song"; pero al final, todo el disco es un deleite: jazz diferente, a veces raro, muy fino y muy recomendable.

viernes, 31 de octubre de 2008

Se acaba octubre, no te dejes de explorar


Son las últimas horas de octubre y este blog, que se pintó de rosa durante treinta y un días, volverá a lo habitual. Fue un mes donde se habló mucho del tema, se transmitió información, se comentó como no se había hecho en todo el año o en mucho tiempo y hasta hubo oportunidad de revisar lo revisable: en Cancún, Grupo Desafío donó más de doscientas mamografías.
En el fútbol mexicano, se jugaron cuarenta y cinco partidos con balones rosas, por segundo año consecutivo. En la vuelta a chihuahua se rodó con paliacates rosas un día. En todos los ámbitos y en muchos países, el cáncer de mama estuvo en la conversación de la gente. Esto es ya un síntoma de información y conocimiento; las mujeres y nosotros los hombres, que amamos a las mujeres por la simple y sencilla razón de que una mujer nos dio la vida, tenemos la obligación de ganarle a esa enfermedad terrible. Por favor, ¡NO DEJEN DE TOCARSE!
Gracias a las hermosas quince mujeres que votaron la encuesta; trece afirmaron auto explorase, las otras dos, seguro ya lo están haciendo.

El fino arte de la doble moral

Los humanos somos animales muy chistosos: nos encanta ver y que nos vean, pero apenas se transgrede la barrera de lo políticamente correcto, nos rasgamos las vestiduras y nos persignamos y encomendamos a la Santa Tía de las Muchachas del Montagnac.
Esta mañana me he reído mucho viendo a una joven maestra alemana que, para hacer la dinámica más agradable con sus pubertos alumnos, tuvo la brillante (brillantísima, diría yo) idea de hacer un strip tease como castigo al clásico jueguito de "truth or dare".
He de decir que, aunque el vídeo deja mucho que decir en cuanto a calidad ya que fue tomado por uno de los alumnos con su celular, la maestra parece estar de no malos bigotes, es decir, muy bien. Y es que además se la tomó muy en serio; como una auténtica bailarina consumada del Palladium o del Titanium, la tícher se deja venir con sexis pasitos de teibolera y cuáz! ahí va el abrigo... vueltecita cachondona y pácatelas! se queda solo con el bra; el show venía in crescendo y la maestra enseñante estaba presta a despojarse de una media, cuando llega la típica prefecta frustrada, anorgásmica y gorda, a taparla con un abrigo.
Gran escándalo de los papás de los pubertos que, seguramente, pasaron la mejor clase de sus vidas. Además, en un mundo tan globalizado, me pregunto ¿qué no han visto esos muchachitos ya? Digo, es preferible ver a una grácil profesora en paños menores que la ejecución de Sadam, la risa de Fujimori o el crack de la bolsa.
La maestra no fue despedida (afortunadamente; soy capaz de pedirle a Lopez Obrador que les organice un plantón en Hamburgo), solamente fue amonestada pues "es una persona muy valiosa para la institución" (sic). Hasta eso, los alemanes son bastante congruentes.
Hay caray, tan bonito que es encuerarse y dejarse ver. O ver y disfrutar de lo que se ve. ¿Qué hubiera dado yo por ver a mi maestra de segundo de secundaria, Martha Alicia Huele Bonito hacer un numerito en el pizarrón? ¿O al super bombón de mi maestra de inglés de tercero, que tenía unos ojotes que de un pestañeo se me quedaba patidifuso? ¿O el disfrute de ver a la maestra Zambrano, de biología, jugando con los matraces del laboratorio?
Tras estas reflexiones, les dejo el video por si no lo han visto, y el link al interesantísimo y cultural diario The Sun, donde apareció la nota.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Chimalistac, un doctor, el premio y Chiquita


Nunca he creído en los concursos. Tal vez porque en mi profesión son materia de abusos. Quizás porque cuando el objeto de concurso es subjetivo y posee miles de respuestas diferentes igual de válidas, el veredicto recae en un jurado que puede ser falible y parcial.
Corría el año de 1997, trabajaba yo en la hermosa república de Chimalistac, en una agencia de publicidad donde solamente atendíamos laboratorios médicos; hacíamos campañas para Pfizer, Bayer, Abbott. La agencia era una casa, al la vuelta de la Iglesia de Chimalistac, en cuyo atrio yo estacionaba mi auto, casi enfrente de la casa de Elena Poniatowska. A ella la vi muchas veces; en bata un domingo muy temprano un día que salí a a las siete de la mañana después de haber pasado unas treintaisiete horas trabajando; otras veces por las tardes, despidiendo invitados. En la librería Gandhi la encontré muchas veces; al final y por la costumbre ya hasta me saludaba, aunque nunca crucé una palabra con ella. Nunca me inspiró. En ese tiempo todavía no me caía gorda.
En la agencia, un día me tocaba ilustrar una campaña de un medicamento para la hiperplasia prostática benigna, otro, diseñar una monografía médica del elycobacter pílori. Obviamente, al ver mi cara de what, venía el Dr. de la Concha a mi rescate, o de algún otro compañero que pudiera quedar al borde de la catatonia cuando veía su brief. El Dr. De la Concha era (y debe seguir siendo) un personaje increíble: médico, gastroenterólogo, profesor universitario y, escritor. Poseía un bigote de aguamielero que lo podría envidiar el Indio Fernández. Tenía muy mal genio, pero yo le caía bien. De repente, detenía su aporreo loco al teclado de la computadora, se echaba para atrás con los brazos puestos detrás de la nuca y sacando una espectacular panza fabricada a base de diet coke, y me decía: "Miguelito, ¿fuiste al cine?" y en ese momento nos íbamos como hilo de media; media hora, una hora platicando de cine, de su héroe David Lynch, de Yes, de Lou Reed, de hongos y María Sabina, pero sobre todo, de literatura. Gracias al doctor, conocí a Guillermo Cabrera Infante, del cual soy fan irredento, y otras vainas de autores que me decía que leyera, entonces, a la hora de la comida, corría a Gandhi y me gastaba toda la pinchena en libros.
Un día, el doc me dijo casi en secreto: "Miguelito, he terminado mi novela; es una novela pornográfica", y me dio un capítulo, el cual leí con avidez de quien lee lo prohibido en cuanto llegué a mi bucólico departamentito en la Nápoles. Lo releí varias veces pero al final el veredicto fue avasallante: nunca le encontré lo pornográfico.
A los pocos días, el doc llegó con un extraño brillo en los ojos y un recorte del periódico en las manos: era la convocatoria para el primer premio Alfaguara de novela 1998. Concursó con su novela pornográfica. Diariamente construía castillos en el aire con el dinerillo del primer premio: se iría a Europa un año completo, lo tomaría de sabático y se dedicaría a escribir solamente; como compensación y muestra de amistad y compañerismo, nos invitaría unas vacaciones a mí y a la Peña, para que lo fuéramos a visitar.
El concurso fue declarado empate y ganaron Eliseo Alberto con "Caracol Beach" y Sergio Ramírez con "Margarita, está linda la mar". El doc se deprimió y tomó Altruline como dos semanas. Después cambié de trabajo, vine a Cancún y le perdí la pista.
Me he leído casi todos los premios Alfaguara de cada año. Y todos los años, con sus excepciones, pienso que a lo mejor quedó por ahí alguna novela pornográfica de algún autor desconocido y anónimo que el jurado no le prestó importancia; qué casualidad que los ganadores ya tienen novelas pubicadas y hasta prestigio en ciernes. Qué casualidad que haya ganado, precisamente, Elena Poniatowska en el 2001 con un bodrio de novelilla más propia de Corín Tellado; qué casualidad que lo que se publica de los ganadores por Alfaguara después de haber ganado, son obras de poca consistencia.
Las excepciones, para mí, son "Diablo Guardián" de Xavier Velasco, y "Chiquita" de Antonio Orlando Rodríguez.
Confieso que comencé a leerlo con reticencia; los enanos no me van ni me vienen, desconozco su mundo y entorno, es más, nunca he estrechado la mano de ninguno. Los he visto por ahí, de chico en el circo. Al único que recuerdo es al enano Tun Tun, creo que ya la palmó, fue un enano famoso del cine nacional, pero hasta ahí. Lo que más me ha gustado de "Chiquita" es el recurso literario; el autor ha escrito una obra la cual desborda inventiva, imaginación, lucidez y mucha investigación. Por lo que se puede leer en el epílogo, le tomó cinco años escribirla, logrando una novela de más de quinientas páginas sumamente entretenidas: la novela te involucra en la Cuba de las postrimerías del siglo XVIII, en la Rusia zarista, en el Nueva York de principios del siglo XX, tiene cowboys y a Búfalo Bill, aparece Sarah Bernhardt y ¡hasta un pejelagarto! Además de otras cosas como un conciliábulo de enanos que quiere dominar al mundo. Una novela sumamente recomendable, sin caer en una biografía aburrida de una enanilla de la cual, la historia la registra como una escasa curiosidad.
Al final, Antonio Orlando dice algo que me encantó: "soy novelista, es decir un mentiroso profesional" y denota que el señor tiene cancha y que ya sabe de qué lado masca el manjuarí.
Si algún visionario lee la novela, no dudará en llevarla al cine pronto; es muy cinematográfica. Me imagino la maravilla que puede ser "Chiquita" en manos de Tim Burton, por ejemplo.
Pero por lo pronto, Espiridiona Cenda se quedará observando muy coqueta el Hudson, a través del espejo, mientras otros investigan en novelas pornográficas.

martes, 28 de octubre de 2008

Alea Jacta Est


Según la Universidad Anáhuac, existen tres formas para obtener el título de una maestría; la primera es por medio de una tesis, la segunda es un proyecto aplicativo, que dicho a groso modo es echar a andar algún proyecto real. Como tercera y más piadosa de las opciones, está el "caso integrador"; el requisito para esta alternativa es inscribirse en tres cursos de 18 horas cada uno, pagando una lucrativa pero indulgente cuota y están sujetos a temática (tomé uno de negociación; me ha ayudado muchísimo en mi matrimonio, ahora lavo muchos menos platos que antes). Después de tomar estos cursos, uno solicita un caso a resolver. Es igualito que en los toros; te puede tocar uno facilito y a modo, ocasionando que salgas victorioso y dando repetidas vueltas al ruedo con cara de soy-la-neta-del-méndigo-planeta!. O por el contrario, tocarte en suerte el bicho más feo, graneado y cornalón del encierro. Obviamente hay que pagar una pasta más a la hora de que tu caso sea aprobado. La educación cuesta.
Cuando me titulé en la licenciatura lo hice vía tesis, como ya he referido abajo, en el reciente post del cáncer de mama. Esa tesis me tomó tres años de mi hermosa y peluda juventud. Ahora, a mis cuarentaidós tacos a cuestas y sin un pelo de tonto en la cabeza, opté por el caso integrador. Y ahí voy, con paso muy torero y con los machos bien amarrados a recoger mi caso: un business plan de un restaurante-bar... en la Ciudad de México!
Aparentemente todo era alegría y felicidad, pero conforme fui desmenuzando al animalito que al principio tenía unos ojotes que se parecían al gatito de Shrek, el bichito se fue transformando en una cosa horrible que más bien parecía pejelagarto tabasqueño: datos inconexos, competencia errada y obsoleta, poca información referenciada. Para acabarla de amolar, como diría mi santa madre, yo acá y el defe hasta allá.
Tuve que sentarme a investigar, convoqué a una hueste enorme y leal de chilangos que ayudaron a un exiliado, la mayoría pertenecientes a los catorce asiduos de este blog, que supieron informarme los pormenores de la ciudad sin mí.
Estuve pegado a mi Mac como una lapa, me chuté el google llegando hasta sus más íntimos rinconcitos, se me incrustó la silla en la parte más sabrosa de mi anatomía, me crecieron los cachetes debido a la dieta de cacahuates mafer con té helado y traigo unas riumas de vaca echada que no se me quitan ni con la pomada de Maribel Guardia. Fueron dos semanas de leerle, pensarle, sobarle, volver a leer y repensar, y finalmente fue saliendo todo como longaniza de Valladolid: un chorizo que alcanzó las setentaidós páginas, y donde se integra un modelo de planeación estratégica para la resolución del caso.
Además iba a trabajar, porque la invesigación se hace de hobbie. Y ahí fue donde me cayó el veinte: ¿por qué nos cuesta tanto trabajo investigar? ¿cuántos usamos la investigación formal para el desarrollo de nuestros trabajos? ¿se fomenta en la vida cotidiana la investigación? ¿se hace buena y suficiente investigación en el país? cada quién sacará sus conclusiones.
En 1991, que comencé mi tesis de licenciatura, no había internet, creo que la computadora más avanzada era una XP de disco flexible de cinco pulgadas. Este zorombático se iba en peserín a la Biblioteca Central de CU; había ficheros donde buscabas los títulos y consultabas en promedio tres libros en cinco horas. Hoy el internet es una maravilla; si sabes buscar, tienes el mundo en la pantalla de la computadora y los ficheros ahora se llaman buscadores.
La suerte está echada, como dijera Julio César al cruzar el Rubicón. Falta esperar el resultado de los sinodales y esperar que vengan pocas correcciones para preparar el documento final y el exámen. Por lo pronto, mañana me voy a correr tempranito.

domingo, 19 de octubre de 2008

Yo y Tu


A mis blogamigas la Nena Monstra y Doña Eme les gusta tejer; tienen varios posts donde evidencian con creces el gusto por el estambre y la aguja. Mis tías y mi abuela le daban durísimo al "crochet" y al "ganchillo"; mi madre también tejía pero cambió de giro al bordado español de smock cuando sus hijos crecieron y se liberó de las chambritas. Siempre he percibido una paz interior en las tejedoras que me da cierta envidia, al grado que cuando era adolecente le pedí a mi madre que me enseñara a tejer; mi viejita, solícita de ver que su adorado mocetón se interesaba en uno de sus pasatiempos, me enseño a montar el estambre pero no llegué ni a los dos derechos, me pareció en extremo complicado, amén de los atavismos sexistas.
Tuve que buscar la paz interior de otra manera, tal vez por eso pinto. Estos cuadros fueron como un tejido, se fueron haciendo como cadenitas hasta que agarraron forma y quedaron como un humilde y tropical homenaje a Rothko. Uno soy yo y el otro es mi amada consorte, diferentes pero combinables. Voy yo primero por cuestiones de luz, no por otra cosa. Ya están colgados en mi sala. Debo seguir con mi lista de pedidos que atender. Lo haré cuando mi dedo sane.

lunes, 13 de octubre de 2008

Crisis


Imagina que tienes pensado comprar un nuevo auto, o recibir a nueve mil huéspedes, o ganarle a un equipo bananero al futbol, o tal vez jugar un partidazo de golf con un buen amigo que viene de lejos cada año. Imagina que de repente, se suelta un vendaval sin rumbo que nace en Wall Street y te hace replegar las filas de lo planeado.
La semana pasada el mundo sufrió uno de los episodios más notables a nivel económico de los últimos tiempos. Hay quien habla del fin del capitalismo como lo conocemos y lo compara, a nivel episodio, con la caída del Muro de Berlín. Yo, de economía no tengo ni la más pastelera idea, al grado de que la lana, la marmaja, la guita o la plata, en mi sacrosanto hogar la administra mi abnegada consorte. Eso es una muestra inequívoca de mi inopia en el tema. Para lo que sí soy muy bueno es para gastar el dinero, para eso no hay quien me gane. Por estas razones estoy consternado; más allá de teoremas económicos, para mí que he vivido desde mi niñez sorteando las crisis desde Luis Echeverría hasta el famosísimo "error de diciembre" en 1994, después de un inpasse de más de diez años de fabulosa tranquilidad en que la "Perica" Ortiz blindó la economía... hasta la semana pasada en que el dólar llegó a estar a 14 pesos.
Una de mis preocupaciones fundamentales es que el Sr. Agustín Carstens, nuestro Secretario de Hacienda, adelgace demasiado con tanta presión, cheque usted el modelito:


Me pregunto qué talla será ese saco y si el cuello de la camisa será el mismo después de que esto termine de tronar. La situación en México es muy simple y tan kafkiana como siempre: Carstens y sus muchachos, además de Guillermo "La Perica" Ortiz (Gobernador del Banco de México y un gran economista, admirado por este zorombático –antes de todo este desmadrito–) e inclusive nuestro presidente (le peje a quien le peje) Felipe Calderón, se aventaron la puntada de decir que lo que pasaba en Estados Unidos no iba a afectar a la blindada, poderosa y oronda economía mexicana. Como segundo acto, una bola de estúpidos especuladores se ha puesto a comprar dólares y ahí está el resultado... adiós iPhone... y lo que falta...
No quiero ponerme dramático, mis queridos catorce lectores mexicanos, pero nos va a llevar Candinga, a tal grado que el Sr. Carstens va a quedar hecho un figurín digno de cualquier show para mujeres desesperadillas.
Pero ¿por qué la palabra "crisis" causa tanto salpullido? porque las crisis nunca vienen solas, siempre terminan unidas en un muégano de maldiciones con otros malestares que, por afinidad se van pegando a ellas. Ejemplo mundano; vas a un bar muy decente y muy moral a tomar UNA cerveza en lo que da la una para ir a tu junta y en eso llega el amigo de tu amigo que es un borrachales consuetudinario, te envuelve despacito despacito y como te lo estoy contando ya son las tres de la mañana del otro día y estás en un teiboldance, perfectamente borracho y rodeado de mujeres semidesnudas. Obvio decir que el amigo de tu amigo hace rato te ha dejado colgado con la cuenta... desde la primera cervecita. Así son las crisis: implacables. Los subnormales que dicen que las crisis son oportunidades, me revuelven el estómago. Además de subnormales son zopilotes.
Prueba fehaciente de esto, fue el mínimo y estúpido partido de la Selección Mexicana contra la peligrosa escuadra de Jamaica. Donde los neo-ratones verdes perdieron uno a cero, aún con un entrenador sueco. La crisis se filtra peligrosamente...


Y para acabarla de acabar, como diría mi santísima madre, me rompí el dedo anular de la mano izquierda jugando de arquero en un partido de futbol; luego, a las dos horas, tuve una reacción alérgica al diclofenaco que me mandó al hospital... díganme si dudan de la veracidad de mi teoría.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Octubre, mes de desafío contra el cáncer

Mi padre, el Dr. Miranda, es oncólogo. Sus pacientes y el dios Google dicen que es muy bueno. Yo no lo se porque desde que era niño, cada vez que me dolía algo, me decía con su acento costeño: "no tienes ná". Además me rompió la aguja de una jeringa en la nalga una vez. Es pésimo inyectando. Dejando atrás mis traumas infantiles, que nunca he querido redimir con un terapeuta porque además de dejarle mi dinero le voy dar una carretada de anécdotas para contar con sus cuates en la cantina, paso a contar. Cuando terminé la carrera y hubo que buscar un tema de tesis, le platiqué la idea al Doctol; hacer una campaña para la prevención del cáncer mamario. El Doctó se entusiasmó mucho, no tenía ni la más costeña idea de qué y de cómo lo iba a hacer (creo que aún no sabe bien cómo hago para ganarme la vida) y fue mi asesor de tiempo completo durante los tres años de mi vida que malgasté haciendo la tesis. Me proveyó de de una cantidad considerable de literatura médica, pasaba buen rato en mi cuarto explicándome proceso neoplásicos y de paso, se soplaba completito a Led Zeppelin o The Police o la banda de rock que tocara mi grabadora. Fueron buenos tiempos. Al final me titulé con una tesis incomprendida por tres sinodales (hombres todos ellos) que se la pasaron preguntándome fundamentos de diseño industrial. Eso fue en 1994 y la campaña se quedó guardando polvo en mi librero todos esos años.
Este año terminé una maestría en comunicación. A la hora de la titulación entré en contacto con Grupo Desafío, aquí en Cancún; su presidenta, Lilian Alarcón, vio la tesis de licenciatura y me ha pedido el cartel para promocionar la cruzada contra el cáncer que cada año se lleva a cabo, desde hace seis, en esta ciudad. Así que después de catorce años, el cartel con una ilustración sacada de una fotografía solarizada de Man Ray, sale a la luz para concientizar a la mujer cancunense para estar alerta contra el cáncer de mama.
El mes de octubre se considera a nivel mundial el mes del cáncer de mama, con el objetivo de fomentar en la población femenina acciones de información y asesoramiento sobre la enfermedad y su detección temprana. Este mal es el segundo después de las enfermedades cardiovasculares. Aprovecho este pequeño espacio zorombático, frecuentado por catorce asiduos (y asiduas), para pintarlo de rosa y provocar que todas las mujeres estén alertas. Es muy fácil, solo hay que autoexplorarse sus pechos cada mes y estar al pendiente de sus factores de riesgo: herencia, alto consumo de proteínas animales, obesidad, nuliparismo, tabaquismo y alto consumo de alcohol.
Desde que tengo uso de razón, he visto a mi padre luchar y sufrir junto a sus pacientes este mal. Quitémosle chamba al Doctó y cuidemos nuestra salud; si eres mujer, autoexplorándote y vigilando tus factores de riesgo, además de visitar al médico una vez al año. Como hombre, cuidando a tu mujer, hijas, madre tía o cualquier mujer que quieras.
Después de todo, las mujeres son lo más hermoso, sublime y mágico que hay en este desdichado mundo. Sí ñor.

martes, 30 de septiembre de 2008

Good Bye Butch

Paul Newman es uno de mis gringos favoritos. No hay una sola película de él que no me guste. Desafortunadamente, el cáncer se lo ha llevado a los 83 años. Aquí les dejo un cachito de una de sus películas, la cual es mi favorita; Butch Cassidy & The Sundance Kid, de 1969 con Robert Redford y Katharine Ross. Como dato curioso, esta fue la primera película completa y sin dormirme que aguanté en un cine, tendría yo como tres o cuatro años. La segunda fue Bambi, pero ahí si lloré.
Descanse en paz el actor de los ojos más azules del mundo.


domingo, 28 de septiembre de 2008

Los héroes del planeta


El sábado, mi consorte me espetó una pregunta que me dejó frío: "¿quieres ser héroe del planeta?", me lo dijo así, con cara de Batichica viendo a Bruno Díaz. Como soy un hombre de acción (y de axiomas) no medité un segundo en el "¿qué hay que hacer?". Se trataba de ir con algunos amigos y compañeros de su trabajo (una cadena de hoteles internacionales) a recoger basura de la playa.
Nunca me he considerado ecologista –ni ginecologista–, me cae mal todo lo que se acerca al fundamentalismo, incluso algunos pesados de Green Peace (con sus sagradas excepciones, como la chica argentina –o uruguaya, no recuerdo– que hace un tiempo hizo un hermoso y detallado streap tease), sin embargo trato de ser un buen ciudadano del mundo: nunca, ni por error, tiro basura que no sea dentro de un cubo de basura; mi consorte, que es más verde que yo para algunas cosas, se toma el tiempo de ir a tiraderos especiales de PET con los residuos ya separados, y en general procuramos ser respetuosos con el ambiente. Nada del otro mundo y nada que sea complicado de hacer.
Así que el sábado en la tarde ahí estábamos, en Playa Delfines, la playa pública más grande de Cancún (sólo hay cinco públicas, aclaro). Cada uno tenía tres bolsas plásticas para separar los desechos, comencé por unos matorrales que hay en una hondonada y a la vuelta de quince minutos ya llevaba las bolsas a la mitad. La lista es interminable: colillas de cigarro, botellas de todo tipo, latas, restos de comida, servilletas, arandelas de cerveza, vasos y muchos, muchísimos restos de unicel, taparroscas en cantidades exorbitantes, suelas de zapatos y una lista interminable de cosas inverosímiles como pipas de crack, condones y tampones.


Encontramos gente de todo tipo; desde la que te ayudaba levantándose del lugar donde estaba y colaboraba, hasta zarampahuilos mononeuronales que arrojaban basura hacia ti, como diciendo "que bueno que pasas por aquí, para que hagas lo que a mí me da pereza".
Y así, seguimos levantando objetos rumbo al sur, caminamos cerca de tres kilómetros y medio, con el atardecer como telón de fondo en la pizca de residuos generados por los humanos.
Las playas de Cancún, que es una barra arenosa desde Punta Cancún hasta Punta Nizuc de unos diez kilómetros de largo, ya han resentido los efectos de la erosión, parte por los huracanes y parte por el calentamiento global. Lo que hace treinta años eran playones vírgenes con selva y laguna del otro lado, ahora son playas estrechas con arena reducida (en algunos casos se ha tenido que "sembrar" arena por medio de dragado) y muchas piedras. A pesar de todo, las tortugas que han desovado en estas playas por miles de años lo siguen haciendo. Estos mansos animales siempre regresan a desovar al lugar donde nacieron, entonces, una tortuga que por ejemplo, esté en plena madurez (como de 45 años) regresará siempre al mismo lugar donde nació a enterrar sus huevos, para que la arena cálida y húmeda incube una nueva generación de quelonios. Y ahí estaban ellas; en nuestro andar dimos con varias nidadas de tortuguitas que justo estaban naciendo esa tarde. Afortunadamente, hay un programa de conservación de la tortuga marina entre los hoteleros y el ayuntamiento: los hoteles de las zonas de desove protegen, clasifican y resguardan los huevos hasta que estos eclosionan, luego son liberadas las tortuguitas al anochecer de ciertos días en que la ocupación valga la pena para hacer el show. Esto da cierto margen de maniobra a las pequeñas tortugas porque, aunque haya turistas (y niños) no se permiten fotos con flash, no hay gaviotas y se allana el camino hacia el mar. De cada mil tortuguitas liberadas, solo cinco en el mejor de los casos, llegará a la madurez.


Entrada la tarde, los doce de la tribu llenamos los formularios del programa internacional Ocean Conservancy, el cual promueve la conservación saludable de las playas y los océanos además de oponerse a las prácticas que amenazan vida del océano.
Entregamos aproximadamente setenta kilos de basura a las autoridades del Westin Regina, mayormente envases y pedazos de plástico y unicel.
Yo no era ambientalista, ni verde, ni ecologista y mucho menos ginecologista, pero como tengo bien claro que voy a vivir por lo menos hasta el 2036, fecha en la cual me estaré dando de baja voluntaria, me gustaría ver el mundo ya no mejor de como está, por lo menos igual.
Y con toda esa horda de gañanes que tiran basura en las playas o en cualquier lado, habrá que hacer alguna ley para que dejen de hacerlo. Mi amigo Erick y yo, hace muchos años, planeamos la "ley garrote": tiras una lata de cerveza en la calle o en la playa, entonces un policía igual de animal que tú te dará un garrotazo, lo vuelves a hacer: dos garrotazos... y así, exponencialmente. Estoy seguro que funcionaría. Piénsenlo. Para ya no hacer corajes, aquí les dejo un trocito del mar de Cancún.