martes, 28 de abril de 2009

Cuando el bicho nos alcance

Devaneos sobre la influenza y su porcina influencia.


Mi amigo Juan Bernardo y yo, cuando teníamos catorce o quince años, disertábamos de temas filosóficos y de interés nacional en el trolebús que nos llevaba por el Eje Ocho Sur hasta Plaza Universidad. En una de esas, Bernardo fue tan cáustico como solía serlo desde que lo conocí, cuando ambos teníamos siete años, y espetó ante la múltiple audiencia que ya habíamos acumulado desde Ermita hasta Municipio Libre: "el pueblo mexicano es una plañidera de pobres". Asentí; "Por supuesto, mi amigo, que palabras tan sabias acabas de decir, lo celebro profundamente, y vete bajando porque se nos pasa la parada, que ya estoy viendo el Helens".
Por supuesto que no tenía ni la más pastelera idea de lo que era una plañidera, y menos de pobres. Pero Juan Bernardo, que fue leido y escribido desde chamaquillo, se tiraba unas frases domingueras de tres bandas con renverser. Después averigüé, y supe lo que mi entrañable amigo dijo, o quiso decir. Mi padre, el Doctó, lo ilustró a la hora de la comida con su singular estilo: "que lo mejicano só mu mitotero, mi'jo".
Éste domingo regresé de mis ya no tan habituales escapadas a jugar golf y vi en la tele el partido de los Pumas contra las Chivas del Guadalajara. El estadio estaba vacío y se escuchaban los gritos naturales de los jugadores y el cuerpo técnico de ambos equipos, fue entonces que me percaté de que el encuentro era a puerta cerrada y también, de la magnitud de la influenza porcina. Me quedé patidifuso comiéndome mi quesadilla y viendo al Presidente, que informaba a la nación las medidas de la contingencia.
Del domingo para acá ha sido un cúmulo de información que cae por todos lados y por todos los medios. Una avalancha mediática a diestra y siniestra.
Ayer la Consorte fue al super en la tarde. Regresó muy enojada, me dijo: "estornudé tres veces y parecía que había cortado cartucho de una AKA47". Recordé a Juan Bernardo. Somos plañidera de pobres.
¡Santo Niño de Zongolica! Si de por sí ya estábamos jodidos con la crisis económica, ahora viene el méndigo y porcino bicho a terminar de desgraciarnos; el dólar ya había bajado la línea de los trece pesitos, los turistas ya estaban regresando a la playa, la alegría y el rubor del verano poco a poco comenzaba a poblar nuestras mejillitas y cuázzzz! No se necesita ser economista para saber lo que representa ser un país en emergencia. Además, ¡que vergüenza! Me da harta pena con todos mis lectores de Shrewsbury, Bostwana, Yokohama y Chicoutimi, que se enteren que éste Zorombático vive en un país donde la gente se muere por una PINCHE gripa pedorra.
Fue tal mi desconcierto que anoche mismo contacté al Doctó vía telefónica. Por lo que me dice (y vaya que el Doctó es mesurado) el DeFe es un caos y todo el mundo anda jugando al enmascarado de plata y al llanero solitario con los tapabocas que se cotizan hasta en cincuenta pesos ($3.65 dolares) por unidad. Pero sobre todo, el Doctó alega, y con toda razón, un dato importantísimo: cada minuto está muriendo una mujer por causa del cáncer mamario. Al día de hoy hay 158 muertos por "supuesta" influenza porcina. Sin embargo, en el rato que ha tecleado éstas letras y el tiempo que a usted amig@ lector@ se ha tomado en leerla, sume que ha muerto de a mujer por minuto.
Pero, ¿por qué nos morimos de gripa porcina? porque somos mexicanos, plañidera de pobres. Porque somos Chanocs, Santos Enmascarados de Plata, porque somos bien machotes y a mí esta pinche gripa me hace los mandados. No vamos al médico, nos auto medicamos y nuestras defensas... no más no aguantan. Cuando por fin, la gente va al Seguro Social, después de pasar un viacrusis de trámites, ingresa a morir de neumonía.
El Doctó me dijo anoche: "la gente pobre é la que sufre y la que muere, é verdá...". Pues claro, al perro más flaco se le pegan más las pulgas.
Con estos acontecimientos, la imagen de México ante el mundo es lo que es: seguimos en el subdesarrollo absoluto; con índices de pobreza al máximo y un sistema educativo y de salud paupérrimo. Somos presa de pésimos gobiernos; más de setenta años de dictadura del partido en el poder (PRI) se han unido con dos sexenios de supuesta democracia infame donde no se ha sabido gobernar ni dar cauce a lo que el país necesita. Pero la culpa es de nosotros, los mexicanos, plañidera de pobres, presos de la incertidumbre, hasta que el bicho de porcina influencia nos alcance.

*La foto fue cortesía de La Reina del Mayab.

sábado, 25 de abril de 2009

Soliloquios de Futbol


Existe gente que no le gusta el futbol y opina que le parece que es un deporte horripilante donde las patadas prevalecen entre un puñado de panaderos cuyo intelecto es, por unas cuantas neuronas, superior a los albañiles. Muy respetable.
A mí me encanta el futbol. Sin fanatismos, me gustan casi todos los deportes; cada uno de ellos denotan parte del espíritu humano, en cada uno de ellos convive una ideología y una intelectualidad.
Entremos en materia. A mi cuaternaria edad y en repetidas ocasiones en este bló, he hablado de mis malogradas incidencias en la cancha de futbol, también he platicado que desde octubre soy el arquero (dicho en argentino, porque "portero" ya suena old fashion) de mi equipo de fut de donde trabajo; hasta hice un bló especial para ello, lo cual me da la verdad jurídica para hablar como un "aficionado práctico" del deporte tras haber acumulado más de diez partidos jugados y sancionados por un árbitro afiliado a la FeMexFut (estar en la banca también cuenta). Todo lo anterior me infiere la suficiente autoridad moral para afirmar que el futbol no es un deporte, es un microcosmos social; lo que pasa dentro de la cancha y aún en las tribunas de un estadio, o inclusive con un puñado de compañeros como espectadores, es un reflejo social de un entorno.
Dentro de la cancha, sea de tierra y piedras en un llano en el barrio, o en la grama del Maracaná, en Wembley o el Azteca, todo gira en torno a un balón que establece una sociología particular.
Dicho de un modo sencillo, dentro de una cancha de futbol aflora la verdadera personalidad de los actores; los jugadores en primera instancia y los espectadores como participantes perversos, ángeles o diablos de la guarda que gritan porras e infieren improperios para apoyar a su equipo; los antiguos cronistas le llamaban "el respetable".
Volvamos al microcosmos. En la cancha, cualquiera que ésta sea, se dirimen los encuentros como en una guerra tribal y aflora el comportamiento basal de los protagonistas. Por esta razón, Alemania es una máquina ganadora, Italia es altanera y aburrida pero eficaz como un Fiat, España es el "ya merito" de Europa, Brasil es un cascabelito bailador, Argentina es soberbia y arrogante, igual que algunos tangos (de Pugliese, no de Piazzolla) y México... mmmmmm... bah, ¿que digo?.
En su libro "Dios es redondo", Juan Villoro lleva el futbol a una revaloración intelectual; desde notas de futbolistas olvidados hasta uno que otro chisme de jugadores de estos y otros tiempos, pasando por el anecdotario particular de un escritor como Villoro, a quien el juego le significa un vínculo a su oficio. Como él mismo lo dice, el libro es una exploración a las pasiones del juego. No es un libro de datos ni de filosofía futbolera, es un puñado de narraciones de futbol donde persisten los ingredientes comunes dentro y fuera de una cancha de futbol, además de una que otra entretela de alguna pieza clave, como Pelé, Di Stefano, Platini, Zidane y un tal Diego Armando. Destacan las conversaciones con Jorge Valdano, un caso atípico de futbolista converso a intelectual.
Volvamos al punto original. El futbol es el deporte más popular del mundo. Tal vez por su sencillez, ya que todo el mundo puede patear un balón sin necesidad alguna de otro artilugio que las piernas, obviando al esférico hasta con una lata vacía; sin embargo insisto, hay algo de tribal en ello; la Consorte dice, en esos soliloquios de viuda futbolera, que es la vuelta a la cacería del mamut por parte de una horda de cromañones hambrientos y desposeídos, en busca de un acomodo social a través de una práctica en equipo. Hay algo de intelectualidad en ello.

*Foto robada a: Historia del Futbol Mundial

lunes, 20 de abril de 2009

El orgullo colombiano

Mi querido amigo-casi-hermano Juanfer, desde Medellín, me ha enviado esta joyita de vídeo para promocionar a Colombia. Me da mucho gusto ver algo tan bonito y sobre todo que, mi segunda patria vaya tan bien. Contrariamente a los mexicanos, que vamos para atrás como los cangrejos en aspectos como la seguridad y el narcotráfico.
Tal parece que ahora las cosas han cambiado y los mexicanos nos hemos ido "colombianizando" y es moneda corriente hablar de "sicarios", "mafiosos", "drogas" y otras "vainas". Por su parte, Colombia transita en una franca recuperación que desembocará, seguramente, en un país que comience a apuntalar su economía y a despuntar con fortaleza en América Latina.
Colombia estuvo sepultada más de 40 años entre la guerrilla y el narcotráfico, sin embargo, en todas mis visitas a la tierra del Doctó Miranda, desde el año 76 del siglo pasado, he notado una cosa en común siempre: el alto nacionalismo y orgullo por lo colombiano. En todas mis visitas a la que, por orden de antigüedad y de derecho de lidia, es mi segunda patria, nunca he visto a un colombiano que no esté orgulloso de serlo. Y si algo va a sacar a Colombia del ostracismo, será la voluntad y el empuje de los colombianos.