martes, 31 de enero de 2012

McQueen y el cine mexicano


Nunca conoció a su padre y a los doce años era un muchachito con una rebeldía indomable. Su tío Jack, con quien vivía a las afueras de un pueblito de Misouri, se hartó de él y lo envió de vuelta con su madre, a Los Ángeles, en un barrio del este donde su cabellera rubia se convertía en un acento visual entre negros y latinos. Su madre trabajaba como camarista en un hotel de la Av. Wellshire y tomaba los turnos que podía. Regresaba muerta a las tantas horas de la noche donde encontraba el lecho vacío del muchacho; no importaba, de cualquier forma era mejor no verle. De cualquier forma siempre se metía en problemas.
Una de esas noches, Terrence Steven Mc Queen fue atrapado por la policía de Los Ángeles mientras él y su pandilla asaltaban una gasolinera; lo confinaron a un reformatorio camino a Anaheim y nunca más volvió a ver a su madre, quien moriría meses después, atropellada por un trolebús al cruzar la Av. Wellshire. Era 1942.
En el reformatorio aprendió todo lo que no quería hacer en su vida y cuando dormía tenía sueños recurrentes de trolebuses que lo arrollaban todo. Al salir no encontró más salida que alistarse en la marina, en calidad de marinero de último escalafón, limpiando letrinas en en el US Normandie. Cinco años más tarde era cabo y ya no limpiaba las inmundicias de sus compañeros. Una de esas tardes de agosto, el US Normandie atracó en Nueva York y Terrence saltó a puerto, desdeñó la invitación de sus compañeros para ir a buscar putas en East Side y caminó hasta la 46 y Broadway donde encontró una pequeña sala cinematográfica que anunciaba con un cartel del tamaño de la pared "Let's go with Pancho Villa, a Mexican film of Fernando de Fuentes".
Sentado en una butaca carmesí hecha con una madera deforme que deformaba su trasero conforme pasaba la proyección, el rubio cabo perteneciente al US Navy veía en la pantalla cómo los Leones de San Pablo guerreaban algo que en su inglés no acababa de entender como "revolution". El filme le cautivó; su corazón encontró regocijo en las escenas donde Tiburcio, los Perea y Becerrillo entraban en acción, sin embargo, el final anunciado como "sólo visto en USA" donde Pancho Villa mata a la familia de Tiburcio con tal que lo siga en la revolución le sobrecogió, le cambió el semblante y las perspectivas de su vida como cabo de la US Navy.
Al día siguiente, el rubio cabo pidió su baja de la Marina de Estados Unidos, se acogió al programa de ayuda a los militares para su incorporación a la vida corriente y se alistó en el Actor's Studio, con la única intención de ser actor de cine, como Tiburcio Maya, como Becerrillo, como Pancho Villa. Olvidó el Terrence y se convirtió en Steve McQueen.
Para 1966, Mc Queen estaba en el pináculo de su carrera. Se había hecho famoso haciendo de pistolero en un filme que evocaba las andanzas de siete vaqueros japoneses y rechazó la oferta de otro western, dirigido por Henry Hathaway. El ofrecimiento fue hecho por el productor y el propio Hathaway en una tarde de febrero en una terraza de Palm Springs mientras tomaba una margarita con tequila Cuervo.
Al regresar a su casa en Beverly Hills a bordo de su Triumph-Bonneville-T100, dio de frente con la estúpida belleza de una asistente de fotografía de Harper's Bazaar que casi arrolla en el paso cebra de un semáforo. Era una trigüeña magnífica que, algunos años después respondería al nombre artístico de Ali McGraw.
Sobresaltado todavía, al llegar a su casa decidió servirse otro tequila Cuervo pero esta vez derecho, sin margarita, y conforme lo paladeaba tomó el guión de "Nevada Smith" y lo leyó de nuevo, con la calma que el agave de Jalisco solo da. Conforme bebía y se inmiscuía en la lectura del guión, McQueen recordaba el filme de Fernando de Fuentes, en aquella época en que decidió dejar de limpiar letrinas en el US Normandie. Aparecieron los fantasmas de nuevo: Tiburcio, Los Perea, Pancho Villa y todas las escenas de "Vámonos con Pancho Villa", de Fernando de Fuentes, se iluminaron de repente, como una epifanía, limpiando el guión de Nevada Smith con correcciones coherentes. Esa tarde de febrero de 1966, Steve Mc Queen, actor consagrado de Hollywood, imaginaba una venganza llevada a la pantalla.


Este post está dedicado a todos mis alumnos de Cine Mexicano en la Universidad Anáhuac Cancún. Gracias a ellos me ha vuelto la inspiración para escribir en este blog.