viernes, 4 de febrero de 2011

La burla



Dicen los que lo conocieron, que cuando éste Zorombático que escribe era un bebecillo y protoniño, era una cosa linda y capaz de arrancar suspiros de las otras mamás envidiosas; ¡ay que bonito niño, si hasta parece un querubín! solían decir. Sin embargo la vida se puso perra cuando llegó la pubertad. Todas mis glorias como galán de guardería y rompecorazones en el kínder se desvanecieron cuando comencé a alargarme por partes: una noche me crecían los pies pero no los brazos y otra la quijada mas no la frente. Me salieron barros, tenía orejas descomunales y una trompa que a Tin Tan le hubiera dado envidia (o miedo). A partir de los trece años todo el mundo se burlaba de mí. Yo aguanté calladito y para no sufrir, aprendí a burlarme de mi mismo. Me burlé tanto de mí e hice tantos chistes de mi menda que aprendí a respetarme y a quererme como era; aquello me fortaleció y al término de mi adolescencia (y del acné) era un chico seguro emocionalmente y lidercillo de una bonita pandilla de amigos entrañables, muchos de los cuales aún conservo. Eso sí, lo feote nunca se me quitó, que conste. Tal vez en eso radica mi encanto.

A mediados de la semana me entero por el noticiero de que un trío de británicos en el programa Top Gear de la BBC, que he visto varias veces (y me gusta) se burlaron de los mexicanos. Como a mí casi no me gusta el chisme, dejé de hacerle caso a la Consorte que hablaba de algún tema interesantísimo y puse atención a la tele. Los tres inglesillos, que son de suyo simpáticos, comenzaron a despedazar un auto deportivo que se fabrica en México; la verdad es que me parecieron muy chistosos cuando hablaron de que la comida mexicana es como un vómito con queso; me reí mucho porque mi abuelita preparaba unos chilaquiles que en teoría parecían eso, pero eran los chilaquiles más ricos que he comido en mi vida. No así mi experiencia con el kidney pie, platillo inglés que es el equivalente... al vómito.
También se dieron vuelo hablando de que somos flojos y nos la pasamos durmiendo junto a un cactus todo el día; el clásico cartabón desde que yo era niño (y todavía bonito) donde al salir de la benemérita primaria que me daba pulimento, vendían las calcomanías del indito durmiendo bajo el cáctus y a la sombra de su sombrerote donde se leía "viva México cabrones". Y cuando me destornillé de la risa fue en la parte en que somos flatulentos, eso me encantó. ¿Acaso Beny Hill, Winston Churchill o David Beckham nunca se han tirado un pedo a toda tripa?
Por lo que expliqué arriba, tengo una sólida experiencia en el tema de las burlas, las tolero bien aunque procuro no ser yo el burlador, me gusta el papel de autoburlado. Sin embargo está bueno el encaje pero no tan ancho: uno de ellos dijo: Sí, imagínate despertar y recordar que eres mexicano. Eso sí me enchiló.


Sin embargo, mis cuates los publicistas salieron con una elegante bofetada con guante blanco: el Chicharito Hernández, un jovencito de 22 años, mexicano, estrella del Manchester United. Amante de las enchiladas, los chilaquiles y las jericallas. Respetuoso, bien educado, dispuesto. Llegó a Inglaterra hablando el inglés que aprendió en la escuela, ahora ya lo domina casi como al balón. Supongo que alguno de ese trío de descendientes de Ricardo Corazón de León, le va al Manchester. Si es así, ésta publicidad revierte parte de la burla.
Y así como el Chicharito, quien es un mexicano famoso, puedo hablar de muchos mexicanos "de a pie" que cuando despertamos no perdemos el tiempo en recordar, sino que nos levantamos "de volada" a trabajar y a buscar una vida mejor. Sigo pensando que cada día hay más mexicanos trabajadores que gente mala y gandalla. Sin embargo hay algunos que les queda lo dicho por los anglos como anillo al dedo: el diputado Gerardo Fernández Noroña, que encabeza la lista de los que siguen dormidos en el cáctus y a la sombra de su sombrerote, dio la nota: éste funcionario público se aventó la puntada de tomar la Cámara de Diputados el pasado miércoles con un grupo de bandidos de su partido. Ese día, justo se iban a discutir las posturas ante el programa de la BBC.

A manera de epiloguito, debo decir para mis lectores de Shrewsbury, Bostwana, Yokohama y Chicoutimí que acá en México, desde el martes media población civil se está rasgando las vestiduras exigiendo una salida negociada al conflicto y la disculpa pública de los tres ingleses diabólicos jijos de su fish and chips, o amenazan con organizar una excursión punitiva que partirá de Boca del Río, Veracruz, con destino a las riberas del Támesis, instalar puestos de ceviche y "vuelve a la vida" preparados con fauna local y armar marchas y bloqueos desde el Big Ben hasta Trafalgar Square, desde luego con hartos acarreados del PRD.
Me quedo con la enseñanza de la burla, la que te enseña tus defectos para alentar tus virtudes. Si lo dijeron es porque a pesar de todo así nos ven, es su óptica. Me pregunto qué tan difícil es revertirlo, sólo por molestar.

Si quiere ver al trío de Top Gear dándose vuelo da click aquí. Y aprovecho para darles las gracias porque después de Beny Hill no había visto nada más divertido.

domingo, 23 de enero de 2011

Mami, mami ¡cuánta polilla!


Vivo en un país donde culturalmente, existe una relación amor-odio con Argentina. Aunque nueve de cada diez mexicanos digan odiar a muerte a los argentinos, estudios científicos confirman que ocho de cada diez paisanos aman con locura el bife de chorizo, las empanadas y los choripanes que comen en los restaurantes de los argentinos que llegan a vivir acá (acá es todo México). Once de cada diez hinchas del América (pequeña sucursal del Boca Juniors) sueña con que la ley de espectáculos y deportes del país cambie y el equipo pueda incluir en su oncena titular a diez argentinos (sólo quedaría el arquero Memo Ochoa) y la más importante: cinco de cada diez mexicanos, son la mitad.
Diez de los siete asiduos saben que nunca progresaron mis esfuerzos para convertirme en crac del futbol; nací irremediablemente tronco. En el Instituto México hice migas con el mejor futbolista del salón, Sergio Juárez; le intercambiaba tareas por pases a gol. Sergio era hijo del "Morocho" Dante Juárez, el goleador (retirado en ese entonces) del Necaxa. Nunca conocí en persona al Morocho, pero el Doctó se hizo su amigo y entrañable cliente de su restaurante de carnes a la parrilla. Me decía: "es el único argentino decente que conozco". No dudo que el Morocho le pasara botellas de malbec gratis como pases a gol.
En secundaria, el último año de los cinco que cursé (queridos, me gustó mucho la secundaria) lo hice en una escuelita en Coyoacán donde la niña más hermosa de todas era argentina. Se llamaba Julieta y tenía un apellido polaco tan difícil que ni el mismo Goyeneche sería capaz de pronunciar. Su piel era blanca como la leche y sus ojos tan negros como perlas reversibles, su pelo formaba caracolas como las que escoltaron a Alfonsina Storni en su encuentro con Neptuno. Nunca pude lograr que se fijara en éste zorombático que estaba más enamorado de ella que de la poesía de Oliverio Girondo.
Sin embargo, recuerdo el día que escuché por primera vez a Les Luthiers, fue en el otoño de 1983 y yo tenía diecisiete primaveras. El novio boliviano de una prima puso en el tocadiscos, para una audiencia de tres post-púberes (el más era yo) el LP de Muchas gracias de nada; quedé marcado por la grabación. No podía creer que hubiera tanto ingenio en un grupo de seis señores argentinos que tocaban instrumentos caseros y me hicieran reír tanto con chistes tan sutiles. Me enamoré de ellos y tuve que esperar hasta 1996 para verlos, por fin, en vivo en el Teatro Metropólitan.
Muchos años después, y con la tecnología de mi lado, me encuentro con ésto:


Esto es una prueba irrefutable de que el matapolillas existe; no se si antes o después de Les Luthiers, pero eso no importa, lo importante es la genialidad de éstos queridos argentinos que algunos mexicanos amamos más que a los futbolistas, el bife de chorizo, el malbec y una que otra pebeta de ojos negros.

Aquí dejo el sketch del matapoillas Nopol... cuíiiiida su ropa. Que lo disfruten.


domingo, 9 de enero de 2011

Tres años


Una cosa es celebrar y otra conmemorar. Hoy el Blog del Zorombático cumple tres años de la publicación del primer post. Sin embargo no tengo mucho que celebrar en cuanto a que no me siento ni orgulloso ni satisfecho por mi desempeño como blogger durante el 2010. Fue un año muy flaco en entradas y algunas de ellas, para mi gusto, me quedaron medio flojitas, bofas. En contraste, el año que pasó fue en el terreno personal un año pródigo en actividades de todo tipo; un año lindo y hermoso que me dejó más alegrías y satisfacciones que en otros años y donde descubrí que comienzo a ser un zorombático añejo, y que la huella del tiempo va dejando su marca en todo lo que se hace; la marca de lo ya vivido, de la experiencia y del oficio.
Sin embargo anduve enfrascado en mil aventuras que me alejaron de mi blog, de mi lugar de origen; en contraparte coqueteé con Twitter y hasta con el Feisbuc y descuidé a mis amigos bloggers y mi disciplina personal de escribir por lo menos dos post a la semana.
Ahora que estoy sentado, tecleando fervorosamente, redescubro lo catártico que es escribir aquí; odio la frialdad de Twitter y la estupidez de los ciento cuarenta caracteres, lo mío son las largas distancias; soy corredor de fondo. Amo la delicia de los adjetivos y la caricias de las frases bien armadas, me seduce la maravilla de los comentarios de los mirones -bloggers avezados o no- que se asoman por aquí y transgreden la barrera de la dificultad de comentar. Sí, lo mío, lo mío, es el blog; para qué le hago al cuento.
Agradezco de todo corazón a todos los que han pasado y me han dejado comentarios y preguntas de por qué no he escrito o en dónde ando, son todos muy amables y les aseguro que este año 2011 trataré de hacerlo mucho más divertido que el que pasó; que finalmente, de eso se trata, y les deseo que el 2011 sea el mejor, el más bello y divertido de todos los que hayas vivido.

Foto: heremdemaria.wordpress.com