domingo, 13 de enero de 2008

El amor en los tiempos del cólera


Existe la teoría de que Gabo, antes de ser novelista (y nobel, por supuesto) estaba dispuesto a ser guionista cinematográfico. Salvo dos intentonas, "El gallo de oro" y "En este pueblo no hay ladrones" todo lo demás quedó en bodrios. Para mi gusto no hay lituratura de García Márquez recuperable de lo que se ha llevado a la pantalla. Esto es simple: el realismo mágico no puede llevarse a la pantalla, es demasiado mágico y es demasiado "agabrielao".
Fuimos al cine Carmelita y yo con la íntima y secreta intención de que la pantalla nos revelara una historia que superara la novela, pero eso nunca pasa, y bien lo sabía yo, nos encontrábamos ante la crónca de un fracaso anunciado.
He leído "El amor en los tiempos del cólera" tres veces en distintas etapas de mi vida. Recuerdo la primera vez: mi padre, el Dr. Miranda, llevó a casa el libro amarillo editado por La Oveja Negra con tapas duras, edición de lujo, regalo de algún diplomático colombiano que llegaba a la casa antes que cualquier edición mexicana y con una antelación fuera de serie para los años ochenta; Gabo editaba su primera novela después del nobel y había una expectación total. Para esos años, mis hermanas y yo ya habíamos leído Cien años de soledad y prácticamente toda la obra de Márquez hasta entonces escrita, el doctor la recomendaba como si fuera la biblia, nos decía en costeño clásico: esa vaina es igual a como yo he vivido.
Nos peleábamos por el libro amarillo y lo deborábamos por turnos. Cuando lo terminé de leer me quedé sin dormir un par de noches imaginando encontrar en mis amores de esa época alguna Fermina que me llevara a pasear por Cartagena o por la Zona Rosa. Una de esas mañanas en que el Dr. Miranda me dió un aventón a la prepa me dijo: tal vez esa novela se pueda hacer película.
Pero se equivocó, o tal vez se equivocaron los que la hicieron más de veinte años después.
El primer punto es un director inglés que, seguramente, nunca se ha comido una arepa de huevo enguayabao* y no tiene la más pastelera idea de lo que es bailar un vallenato pegaíto. ¿Como diablos un inglés que seguramente come fish and chips puede entender un sentimiento tan caribe? o más bien, y profesionalmente hablado, ¿por qué nadie le dijo que, no solamente la literatura de Gabo sino el costeño colombiano tiene otro son? Colombia puede ser una tierra diferente y hermosa (de hecho lo es) pero saliedo de Medellín hacia el norte, donde acaba el páramo y comienza la sabana, el territorio lo domina el alma costeña; se habla, se come y se bebe diferente, se vive diferente, se siente diferente y se ama con sabor a sancocho** y aguardiente, carajo!
Punto dos: el idioma. Qué manera de darle en la torre al sentimiento y al lenguaje original; Florentino Ariza, Fermina Daza y Juvenal Urbino parecen personajes de novela rosita, de culebrón telenovelero made in Televisa. Hablan con un inglés tan aséptico que elimina toda bacteria corroncha***.
Punto tres y definitivo: no se pueden resumir cincuenta y tres años, siete meses y once días de amores en dos horas de proyección infausta.

*Enguayabao: de "guayabo", contrariamente a lo que tu mente cochinota piensa, en costeño significa cruda, resaca, hang over o inclusive llega a significar nostalgia.
**Sancocho: santo de los costeños, no es cierto, je!, es una especie de cocido muy sabroso que lleva yuca, papa, plátano, pollo y/o res. Es la comida tradicional en la costa colombiana.
***Corroncho: dícese de un costeño sin maneras ni modales.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi bien estimado Miguel, me gusta mucho la presentación de tu blog con esa mezcla amena y bien hablada que te caracteriza. Coincido plenamente con la, una vez más, enorme decepción al ir a ver una película de características latinas realizadas por gente que seguramente poseen buenas intenciones y el dinero para hacerlas, pero les falta mucho conocimiento del sentir de estos pueblos tan dinámicos y profundos. La única excepción a esta ya acostumbrada regla la experimenté hace ya algunos años, de manera causal, como nos gusta decir a los que sabemos que nada ocurre por casualidad, cuando acompañé a una hermosa muchacha a una clase en la UNAM y ví, en un pizarrón, el anuncio de la proyección de la peli que comenzaba en breves minutos. El título de "La increíble y triste historia de la Cándida Eréndira y su abuela desalmada" fué motivo más que suficiente para decidir cambiar aquella clase e ingresé al auditorio que hacía las veces de sala de cine. La experiencia fué en extremo grata, recuerdo que al regresar al departamento tomé el libro y lo releí para asegurarme que el texto había sido respetado como corresponde. Las actuaciones sobresalientes. Nunca más volví a saber de esta cinta, la he buscado en los sitios de renta de Buenos Aires, del DF, y muy tímidamente de Cancún, sin éxito. Te envío un abrazo fuerte que espero darte pronto.
Claudio

Anónimo dijo...

Estimado Miguel, me gustó mucho tu manera de expresar lo que sientes en tu interior, te dejo este comentario deseando que sigas cocechando muchos éxitos más, un fuerte abrazo.

Efrén

Ginette dijo...

Y me planté en el cine con la única compañía de un bote de palomitas y un intento de Coca Cola Light. Iba con la ilusión de reconocer a Florentino Ariza y ver una historia de amores contrariados.

Esperé, esperé y esperé… envuelta no por el olor de las almendras amargas que tantos recuerdos le traía al Dr. Juvenal, sino por un olor mezcla entre costa y comida de contrabando (te recuerdo que en la isla de la fantasía no tenemos salas VIP). Pasaban los minutos y no encontraba el momento clave que me hiciera sentir (aunque fuera un poquito) lo mucho que habían hecho esas páginas años atrás en mí.

En mal momento alcancé a escuchar una aportación de la fila trasera sobre Florentino: “no que muy enamorado, el tipo es un cogelón…” Entonces me encabroné, me di cuenta que a pesar de que traté de buscarle a la película, ninguno de los personajes que en ella aparecían, tenía la fuerza de representar lo que ellos realmente eran, y que se veían desdibujados, sin la oportunidad de trasmitir lo más intimo de su esencia.

Yo no quiero un amor en los tiempos del cólera en otro idioma y con música de Shakira, no quiero un amor en los tiempos del cólera que omita a mi parecer una de las mejores partes que trata acerca del amor de Juvenal y Fermina, esa parte que habla de que con el paso del tiempo ellos habían aprendido a sortear las dificultades de la vida, pero que sobre todo habían aprendido a sortear las dificultades cotidianas y que vendrían más pruebas pero eso ya no importaba, porque estaban de la otra orilla.

Yo no quiero un amor en los tiempos del cólera con un Florentino Ariza, una Fermina Daza y un Juvenal Urbino, así…Dicen que el Gabo al verla la aprobó, si él quiere prestárselos ya nada podemos hacer… me quedo con la esperanza de que en un momento de arrebato no les preste a los Buendía.

Un beso,
Ginette

Unknown dijo...

Y que me voy el domingo pasado en compañia de tus padres a ver la tan mentada película, al contrario de mi querida Ginette, nos aposentamos en una sala VIP. Le expectativa a flor de piel, yo me decía no puede estar tan mala. Oh sorpresa!Sí. Triste en verdad ver como una extraordinaria novela se ve convertida en una novelita de amor, sin que se retrate lo que realmente nos dio García Marquez.
Retratan a caratgena y su gente como si fueran una bola de incivilizados, probablemente por el desconocimiento del director. El Magdalena, no es el Magdalena. El barco, no es como eran los barcos, a decir de mi padre, quien navego tres veces ese rio a bordo del "David Arango", la musica(publicitada hasta el cansancio) son tres canciones de Shakira, solo dos inéditas. Y al final, mi padre y yo nos dijimos: por que no cerraron con ese gran vallenato "la diosa coronada" de Leandro Diaz.
Para los neofitos en la materia, no dudo que se agradable la experiencia, como leí en un comentario de la pagina de cinepolis, cito "es una pelicula de amor que puedes ir a ver con tu marido, si que éste se aburra". Para los que amamos a Gabo es una tragedia, que solo demuestra que llevar sus novelas a la pantalla es algo dificil en verdad, cuando no imposible.
Saludos y Besos.

Octavio dijo...

Dice Pedro almodóvar que cuando un libro es tan bueno, los directores de cine debieran dejarlo en paz.

Y, me parece, generalmente del libro a la película, suelen ser un fiasco, excepto, en mi modesto punto de vista. El Padrino.

O en el caso contrario, la serie de televisión Juncal, que pasó de la pantalla al libro, ambos son buenos.