miércoles, 5 de agosto de 2009

Barranquilla o el vallenato (Parte II)


Barranquilla es la puerta de entrada a la Costa Colombiana. El río Magdalena, el más grande de Colombia desemboca ahí; tal vez por esa razón la vieja copla currambera dice "se va el caimán, se va el caimán, se va para Barranquilla".
Después de una desmañanada bárbara y un infausto viaje vía Panamá, llegamos a la Costa Atlántica al medio día. Yo no se que tengo; los aduaneros se dan vuelo conmigo, como que les encanto o probablemente tengo tipo sospechoso. Irremediablemente soy el que tiene que abrir la maleta, explicar qué hace para ganarse el pan, que no pertenece a ninguna corriente política ni es vecino de Lucía Morett y que no tiene vínculo alguno con el tráfico de sustancias ni resorteras para las FARC. La culpa la tuvo la Consorte por empacar de modo sospechoso mis pantunflas y mi piyama de rayitas. Tal vez sin querer, urdió un complot en mi contra.
Salvado este obstáculo, nos adentramos a Barranquilla, pero la visita era social y teníamos una invitación a casa de un buen amigo del Doctó.
El Doctor Chacón y su familia nos recibió como si fuéramos reyes aztecas. Hubo cabrito para comer, pero no el clásico chivo de Monterrey, sino un pescado típico de la Costa Colombiana que se llama “bocachico”. Este se rellena con verduras y luego se cocina a las brasas. Es delicioso y se acompaña con todas las delicias típicas de la Costa: arroz con “pegaíto”, yuca, patacones, suero, arepas y bollos.
Después de tan suculenta comida, quedé boqueando como “bocachico”. Pero venía la sorpresa: sin anuncio previo, apareció un acordeón y comenzó la parranda. Los costeños son así; a la menor provocación inician la fiesta. Comenzó la música de acordeón, me relajé y empecé a sentir Colombia, la tierra de mi padre y de alguna manera, mi otra tierra.
Colombia y la Costa no serían como son si no existiera el vallenato, este género autóctono de Valledupar en que con un acordeón diatónico, una caja, una guacharaca y la voz del cantante, se crea una melodía contagiosa, bailable y la mayoría de las veces hermosa y honda.
La música vallenata refleja como una radiografía cultural al costeño. El vallenato siempre cuenta una historia como lo hacen los habitantes de la Costa Caribe cuando salen al porche de sus casas a recibir el fresco de la tarde. No he conocido aún a un costeño triste o taciturno; todos, sin excepción, son alegres y bullangueros, justo como lo es su música.
Cuentan los que saben que Francisco "El Hombre", cuyo verdadero nombre era Francisco Moscote, era un “mensajero” que hacía la ruta entre los pueblos de las sabanas del Cesar y La Guajira a lomo de burro, hace muchos años, llevando noticias y recados a todos los pueblos de la región. Era un juglar noticioso armado de su acordeón. Gabriel García Márquez hace muchas referencias de él en varias de sus novelas, sobretodo porque, cuenta la leyenda, Moscote desafió al mismo Diablo con sus coplas vallenatas, venciéndole. Los costeños, para algunas cosas, son irreductibles vencedores.


Ismael Rudas es un vallenato retirado, ahora es productor musical y solo toca en parrandas privadas como ésta. Nos comentó que está trabajando en un disco de vallenatos clásicos acompañados por metales, algo como vallenatos clásicos sinfónicos. No cabe duda que Ismael es un gran acordeonista y un músico que lleva en el alma el vallenato.
Dejo un cachito del inicio de la parranda, grabada por mi. Luego la rumba fue in crecendo y terminó, por lo que sé, a las 2 de la mañana. Doctó y Zorombas se retiraron temprano a causa de un jetlag extremo.



Gracias con todo el corazón al Doctor Chacón, su bella esposa y sus hermosos siete hijos por tan memorable ágape, y gracias también al gran Ismael y su grupo. Qué mejor inicio de una semana inolvidable en tierras colombianas.

6 comentarios:

-NaTs- dijo...

=O según yo el vallenato era feo, pero ahora sé que nodebo juzgar sólo porque lo venden así en el metro.. ouch! jajaja a mí mamá también le pasa lo mismo siempre, la paran y la hacen dehscer sus maletas y una vez tenían ella y sus amigas boletos en primera clase y los gringos sólo por verlas latinas las dejaron esperando mil años

LUCAS dijo...

En verdad que los viajes ilustran.

La de cosas que conoces, uuuuuuuh...

Doña M dijo...

¡Ahhhh qué sabroso! Acá nos pusimos a bailar los hijos y yo.

annie julieth dijo...

Cuándo podré disfutar de una parranda como esta con Ismael allá en Ocaña? como cuando me enseñaba a caminar, cierto Isma?July

Karem Miranda dijo...

Me senti en mi tierra......me siento tan feliz de ser costenia... llevo la costa en la sangre..Primo mil y mil gracias por este blog.
Cada palabra, cada frase, cada experiencia que narras es una delicia.Me gusto mucho... un abrazo fuerte desde Bogota Colombia. Besos!

adrian dijo...

Este Ismael es el que toca el acordeon en la memorable y preciosa melodia de "mi presidio"....maestro de maestros