sábado, 3 de abril de 2010
El amor y sus venus (Tres de 3)
José Alameda, un célebre cronista taurino y para mi gusto mejor escritor, define las cosas así: "...Se ha dicho que el amor es ciego, pero también y con razón, que todo lo contrario, pues el amante ve en lo amado lo que sólo pueden ver los ojos del amor; los maravillosos ojos microscópicos del amor, que viendo y gozando en lo amado tantas cosas, no necesitan más." *
La historia que quiero contar comienza con Manuel Godoy, quien fue un noble y político español, y Primer Ministro durante el reinado de Carlos IV. Por los años de 1790 encargó a Francisco de Goya y Lucientes, quien era el pintor de la corte, un par de cuadros.
Al principios de 1800, Godoy los instaló en un gabinete creado ex profeso donde él y sus amigos disfrutaban de la vista de una hermosa maja, vestida de blanco, con una chaquetilla similar a la de los toreros y una faja rosada que ceñía su talle de diosa.
Cuando al calor del coñac, Don Manuel se quedaba solo o con sus auténticos compadres en el gabinete, hacía accionar un mecanismo muy ingenioso para aquel tiempo donde, la señorita vestida hacía mutis dando paso a La Maja Desnuda.
Bendita desnudez. Goya, sin saberlo, creo el primer hito de la pintura contemporánea. Dicen los que saben que es el cuerpo de la Duquesa de Alba, con la cara de Pepita Tudó, la amante de Godoy. Vaya usté a saber. El hito es que Goya la pintó con vello púbico incluido, cosa que no sucedía, o no se sabe de pintura conocida. Había, existían los desnudos, sin embargo, la gran mayoría tenían una temática religiosa donde las desnudas eran o madonas o ángeles celestiales, donde los pensamientos pecaminosos quedaban al márgen del mal. También sin saberlo, el maestro de Fuendetodos le dejó el caminito andado a Edouard Manet, cuando pintó a su Olympia.
La pintó en 1863, pero no se expuso sino hasta 1865 en el Salón de París, causando un escándalo sensacional; la gente estaba acostumbrada a los desnudos de madonas y angelitos, pero se desconcertaban ante una prostituta parisina, desnuda, que los miraba directamente a los ojos, como desafiando a quitar la mano del pubis para alargar la sorpresa de la sirvienta negra. La altivez de la modelo y la cantidad de simbolismos del lienzo, como calzar una sola zapatilla, la erótica orquídea que toca su pelo, las flores que le acerca la sirvienta y el pequeño gato negro, ofrecen más riqueza de significados que la propia Maja Desnuda; tal vez una visión más perversa de la desnudez, la de Manet, que el mismo Goya. Sin embargo, el francés era un maestro en el arte de la reinterpretación, del re-make, diríamos ahora; la Venus de Urbino nos da la pista.
Tiziano la pintó en 1538 a encargo de Guidobaldo II della Rovere, hijo del Duque de Urbino. Se me ocurre que el erotismo y sus imágenes eran por encargo, a falta de Playboy magazine. El contexto histórico es más significativo aún que la Olympia de Manet; en 1538 no se cumplían todavía 50 años del descubrimiento de América y el Cinquecento italiano estaba en su esplendor, lo que me hace pensar en lo provocativa que resultaba esa mujer, en su disfraz de diosa sin angelitos, tan mortal como cualquier gordita de la época, mostrando una sonrisa a medias y mirando, desafiante, al junior que encargó la imagen de lujuria, con la diestra entretenida con un manojillo de flores color rosa pecaminoso y la otra, la mano siniestra, detenida donde Goya no pudo contenerse.
El recurso compositivo de Tiziano es tan magistral que por eso Monet, trecientos años después, lo replicó; el muro oscuro en el fondo divide en perfecta sección áurea el pubis de la dama, dando una línea argumental y compositiva para situar la mirada del espectador: la mano le lleva, a través de la tersura de su abdomen y sus senos, a un rostro coronado por rizos acaracolados que resaltan la actitud lánguida pero absolutamente terrenal de la mujer. El perrillo duerme el sueño de los justos, en una alegoría de fidelidad (Monet haría lo contrario situando al gatito negro... los tiempos no son los mismos después de 300 años) y dos mujeres, detrás de la media pared oscura, buscan algo en un cofre lo imaginario; es el cofre de Pandora. Tengo la secreta teoría de que Tiziano le dice al hijo del Duque de Urbino que no ande buscando cosas, donde no las hay.
Tiziano fue discípulo de Giorgio Barbarelli da Castelfranco, conocido como Giorgione. Trabajaron juntos hasta que Giorgio murió. Se dice que Tiziano dio las últimas pinceladas a La Venus Dormida o La Venus de Dresde.
La pintó hacia 1510. Muchos historiadores la consideran la primera pintura moderna o el final de los desnudos con evas, madonnas y angelitos. La chica duerme plácidamente y con una sensualidad terrible en medio de un bucólico paisaje. El artista prestó tanta atención en el cuerpo y rostro perfectos de la mujer como el paisaje de fondo, el burgo aledaño que es alcanzado por un camino que serpentea (y débilmente blanquea, diría Machado) tanto como la tela donde la bella está recostada: blanco diván de tul aguardará tu exquisito abandono de mujer, diría Agustín Lara, en alguna de sus canciones, cuatro siglos después. Ese abandono tan sensual, tan erótico; el brazo derecho levantado, la axila expuesta y el pubis subliminal que brota de ella, mientras que la mano siniestra, inevitablemente, está otra vez ahí.
¿Qué se puede hacer frente a tanta belleza? Me queda parafrasear a Joaquín Sabina con una zorombática adenda: y de las dos majas de Goya y todas las musas, prefiero la misma que tú.
* Alameda, José. LOS HETERODOXOS DEL TOREO. Ed. Grijalbo. 1979. (Pág. 125)
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3 comentarios:
Ah, pues ná, que nos ha presentao una verdá totamente dejnuda.
Como usté, hombre, como usté.
Un abrazo.
Desmayarse
Lope de Vega
Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso:
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso:
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño:
creer que el cielo en un infierno cabe;
dar la vida y el alma a un desengaño,
¡esto es amor! quien lo probó lo sabe.
En casa tenemos a La Urbino en la recámara, justo frente a la cama. No sabe usté lo inspiradora que resulta...
Saludos!
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