miércoles, 23 de diciembre de 2009

Sancocho

En secundaria, el profesor de biología hablaba de un "caldo primigenio" donde surgió la vida. Pedía que sacáramos el cuaderno de academias y dibujáramos aquel caldo primigenio en el cual una bacteria llevó a otra a la múltiple procreación de las especies que poblaron la tierra.
La clase era antes del recreo y de manera inequívoca, salivaba yo al escuchar la palabra que evocaba los calditos de pollo que hacía mi mamá, de manera amateur o deportivamente; esos caldos que se hacen de manera rápida, sin complicaciones, para matar el hambre y el tiempo. Pero los días importantes, el caldo se transformaba en sancocho, que si bien es un caldo, este tiene una elaboración minuciosa, artesanal. El sancocho es la obra maestra de la gastronomía costeña colombiana.

Volviendo al caldo, éste tiene poderes curativos; si alguien enferma, lo mejor es un caldito de pollo bien caliente. La historia da cuenta de que cada tribu, cada clan y cada grupo social tiene su propio caldo que lo integra como comunidad. Que sería de los españoles sin su cocido, o el puchero argentino, el frijol con puerco de los yucatecos, el ajiaco (¿con jota, Nana?) de los bogotanos... tantos caldos tan sabrosos, que son el jugo de el entorno, el extracto del alimento que al final reconforta el estómago, y el espíritu.
Un caldo es un buen ejemplo de como el tiempo madura los ingredientes y los combina y amalgama para llegar a ser un plato delicioso y reconfortante.

Hoy, a la hora de la comida, me encontré en el refri varios trozos de carne de res; esas costillas con hueso que tienen mucho gordo y que caen gordas si las cocinas asadas. Las eché a una cacerola, agregué verduras, condimentos y esperé. No hay nada más amargo que cocinar con hambre. Probaba el caldo cada determinado tiempo, y descubrí como el sabor y la espesura del potaje cambiaba conforme se iban cocinando los ingredientes, como el tiempo dejaba que la química hiciera de las suyas.

Este año ha sido como un caldo, cocinado con hambre.

2 comentarios:

LUCAS dijo...

Hola Profesó:

Feliz caldo 2010 que el del anterior, se amargó demasiao. No tuvo ingredientes buenos, algunos se pusieron tarde, otros en exceso.

Y el cocinero, andaba distraído, como pensando en otra cosa. Y sus (pinches) ayudantes son inútiles, inservibles, distraídos con las camareras del presupuesto.

Repito, que éste caldo 2010 te sea provechoso, reconsitituyente y sobre todo, sabroooooooso.

Miguel Miranda dijo...

Gracias Lucas, Feliz año y un abrazo grande de nueva década.