domingo, 18 de octubre de 2009

El Quebrantahuesos



Sí, tuve dengue. La noche del lunes dormí muy mal, tuve pesadillas y desperté varias veces bañado en sudor. Al despertar me encontraba en extremo cansado, no sabía qué me pasaba. Fui a dar mi clase temprano y cuando regresé, comencé a experimentar dolores en las piernas como si hubiera corrido diez kilómetros el día anterior o jugado cinco partidos de futbol seguidos. Tenía dolor en todo el cuerpo y pequeños moretones en las piernas. Me comencé a marear. Fui por el termómetro y éste dijo: fiebre. Llamé a la consorte. Cualquier hombre sensato llama a la mujer que lo debe cuidar. Después vinieron las llamadas a mi equipo de doctores de cabecera: la Doctora Miranda, especialista oftalmológica con doctorado en línea en Vademecum Instantaneus; el Doctó Miranda, con su mejor y más clásico diagnóstico: "tú no tienes ná, déjate de vainas"; y last but not least, mi querido gurú y veterinario de cabecera, Lucas, sobreviviente de seis dengues en los últimos doce años. Cada uno de ellos dio cátedra y aportó sus conocimientos.
Lo maravilloso de este trance fue en convertirme en celebridad en el feisbuc a unos escasos segundos de publicar mi foto con carita moribunda, termómetro incluído. La mayoría preguntaba "¿ya te vio un doctor?" pues claro, tres emitieron su juicio exacto gracias a las maravillas de la tecnología, las fotos digitales y el email.
Pero la que le puso la tapa al frasco fue la consorte, que me cuidó como si fuera socia del Hospital Ángeles del Pedregal o algo así; literalmente veló todas mis noches con fiebre y me consintió con cualquier cantidad de golosinas recetadas por mis doctores de cabecera: gelatinas, gatorade a mil, té helado, nieve de limón, kiwis y un par de tequilitas para no sufrir. Obviamente, yo ponía mi carita gitana y una sonrisita de nene agradecido, pero la consorte, que sabe de qué lado masca la iguana, espetaba: "cuando te alivies y estés bueno y vuelvas a tu círculo de fama y fortuna, a ver si me sigues queriendo".
Para el sábado (ayer) todo había terminado. Como vaticinó Lucas, de repente me sentí sin dolor alguno y listo para lo que sigue. Listo para recuperar casi una semana perdida.
Yo no se cuando me picó el méndigo mosco, pero seguro fue cuando me metí en la selva a buscar las bolas que pierdo por no sacar derechos mis drivers. Sí, soy un mal golfista, por lo tanto estoy expuesto a peligros como piquetes de moscos con dengue, cocodrilos hambrientos y compañeros de juego extorsionadores.
Gracias a todos los que se preocuparon por este zorombático; no hay problema, hierba mala nunca muere.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi estimado amigo, como me haz hecho reir...saludos que bueno que ya estas bien, este fin nos vamos a jugar tenis, es un hecho. Alex G.

Doña M dijo...

Méndigo mosquito. ¿Oiga, así son los que pegan el dengue? Porque juro que así son los de mi casa... No me espante.

Besito.

Özer dijo...

Pues espero que tu recuperación sea rápida y total. Y gracias por comentar que hasta tequila te daban, supongo que también debe ser bueno para la influenza (digo, en caso necesario.
Saludos y mucha salud.

Octavio dijo...

Olé por ese diagnóstico:"tú no tienes ná, déjate de vainas".

Esto me hizo recordar uno de eos gritos célebres en la México cuando reapereció Jose Ma Manzanares hijo en la México después de haber padecido el dengue y desde el tendido soltaron: el papá con duende y el hijo con dengue...

Un saludo y a cuidarse.

-NaTs- dijo...

Menos mal que ya está bien! y ahora que ya o está, no olvide retribuirle a la consorte los cuidados efectuados! :p

Espiritualidades dijo...

J ja jajaja reí como enana (?) bueno Miguel, sólo te faltó describir la vida del mosquito dengoso. Saludos otra de las picadas por el Aedes aegypti. Cuídate.