lunes, 28 de abril de 2008

Se acabó la maestría (el otro discurso)



De chavillo era bastante bruto y me costaban mucho trabajo las matemáticas y el español; la secundaria la hice en dos periodos, pero presidenciales. En la prepa tuve que engañar como un profesional de la estafa a mi madre para que no recogiera las calificaciones durante todo un año. En la universidad me negaron la mención honorífica al titularme debido a que un sinodal me puso un cuatro en una pregunta. Por fotuna la vida da revanchas y la maestría fue el colofón de una nueva época donde, por fin, me salieron bien las cosas.
Como dije en mi discurso, gracias a todos los buenos profesores que tuve (ellos saben quienes son) y gracias a los malos también (que bien que saben lo malos que fueron). Gracias a mis compañeros Claudia, Jessica, Nagheli, Caro, Ale, Roberto, Adda y Farah; Eduardo, Enrique, Efrén, Cris, y muy especialmente a mis compañeros de equipo; el fabuloso drink team: Vic, Aldo y el sensacional Carlitos. Y desde luego gracias a Karmelita, por haber alimentado y emborrachado al drink team cuando venían a la casa a hacer algún trabajo.

El drink team: Aldo, Vic, Carlitos y Zorombático

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡MUCHAS FELICIDADES!
Dicen que el conocimiento nos hace grandes, también dicen que el estudiar más nos hace comprender lo poco que sabemos y dicen que el que es genio su sencillez desparrama.
Así que Mike, gran hermano, gran amigo, claro, espontáneo y transparente sigue disfrutando el privilegio de realmente ver y de comprender lo incomprensible.
¡Un abrazo grande!

Anónimo dijo...

Profesó Miranda:
digamos ahora, Maestro Miranda. Las leyes de la física se aplican implacablemente a la vida y la de la gravedad también es tiránica. Como decía mi padre, "de bajada, hasta las piedras ruedan" pero subir, ir cuesta arriba, no solo implica una gran voluntad, consume carretonadas de energía.
Y desde que te conozco, te he visto subiendo constantemente y sin descanso.
Eso, vale.
Y mucho.

Anónimo dijo...

¡Mesié le Migueluá! ¡Lo lograste, inútil! Un abrazo y te debo otro lapicero, ahí te lo doy en unos cinco años que nos veamos.