viernes, 18 de abril de 2014

Me alegra la muerte de Gabo



Me alegra la muerte de Gabo, y mucho. Me alegra porque es una muerte bella, soñada, maravillosa. Gabriel García Márquez murió hoy en su casa, acompañado por sus hijos y su mujer, Mercedes. Se fue de este mundo feliz y documentado, documentando una vida de trabajo que rindió más frutos tal vez de lo que él mismo pensó, porque un costeño sencillo que aporrea una remington en el cuarto de redacción de un periódico de Cartagena rara vez sueña con ser un premio Nobel, y mucho menos incidir en el alma de dos generaciones de lectores que ahora le lloramos. Me alegra que se muera, pero lloro su muerte y aun así celebro haberle conocido y tenerlo cerca. Nunca lo vi en persona, jamás fui a algún evento donde apareciera, sin embargo comencé a leerlo cuando yo era un niño de cuarto de primaria y en el libro de lecturas podías encontrar “El ahogado más hermoso del mundo”. En ese relato conocí a Gabo y él me ha seguido por doquier, siempre, desde cuarto de primaria pasando por toda mi vida, mostrándome un mundo igual que me ha contado mi padre pero mejor, lleno de aleteos de mariposas amarillas en mi alma. Me alegra que Gabo se haya muerto hoy, jueves santo, como Úrsula Iguarán que se parecía a mi abuela; como los funerales de la mamá grande. Me alegra que alguien tan grande, tan creativo, nunca haya ocultado nada y contado todos sus secretos; gracias a Gabo he leído a Faulkner y a tantos otros que él mismo me dijo que leyera, que aprendiera, que viviera. Me alegra que tuviera una sola mujer y muchas putas pero sobre todo, que la vida le dio lo que él ofrendó trabajando, quiero decir escribiendo, porque nunca se confundió y tuvo su jornada de ocho horas que comenzaban a las nueve con una rosa amarilla en el escritorio y finalizaban con el almuerzo merecido y una siesta. Tuvo el éxito que sin buscarlo le llegó a base de aporrear en la remington las parrandas, los amigos y los recuerdos, por recrear los relatos, por no olvidar. Me alegra mucho que el escritor más influyente en mi vida haya vivido la suya incidiendo en muchos de nosotros sin querer, simplemente contando historias de un costeño de la Costa Caribe de Colombia como Francisco el Hombre. Me alegro por ti Gabo, va un vallenato y un trago de ron, por el insufrible muramos que se convierte en muéramos.

1 comentario:

Miguel dijo...

Excelente post, Tocayo, transmites muy bien lo que muchos sentimos. Abrazo!