viernes, 16 de julio de 2010

Sudáfrica 2010: Los dioses deben estar locos


Uno de esos domingos aburridos de hace más de veinte años, después de “Siempre en domingo” pasaron en el Canal Once “Los dioses deben de estar locos”, una extraordinaria película del sudafricano Jamie Uys, que transita entre la comedia y el documental. El personaje principal es un bosquimano de Bostwana que encuentra una botella de cocacola que cae del cielo (arrojada por el piloto de una avioneta), el envase vacío se convierte entonces en el hilo conductor de tres historias que se entrelazan de manera hilarante, y a veces desconcertante; Xi, el bosquimano, intentará regresar ese objeto a los dioses, para congraciarse con ellos. Al final de la película Xi arroja la botella de la discordia al vacío y vuelve con su gente.
Estoy en una situación parecida a la del bosquimano, y antes de declarar que los dioses del futbol deben estar locos, además de mi abandono momentáneo al futbol en éste blog y mi retorno a temas recurrentes, posteo mis impresiones.
Me encantó el mundial, vi casi todos los juegos y disfruté como hacía muchos mundiales que no lo hacía. Me emocionaron algunos partidos y los gocé y sufrí, sobre todo los de México; ¡ay mi México! tan lejos de Dios y tan cerca de la Femexfut y sus directivos, de Decio de María y de Chavela Vargas (perdón, quise decir Justino Compeán) y tan cerca de técnicos tan sinvergüenzas como Javier Aguirre. Sigo haciendo corajes cuando me acuerdo de sus errores fatales como no alinear a Guardado y al Chícharo y en su lugar poner a viejos vinagres como Cuauhtémoc Blanco, el Bofo y al insufrible Franco. Sin embargo ahí estuve, viendo nuestro mediocre desempeño, nuestros errores, nuestras pifias y bravuconadas de quien sólo jala agua para su molino y no sabe trabajar en equipo. El futbol en una copa del mundo encuera a los equipos y los convierte en reflejo de la nación a la que representan; nuestra selección es una prueba de ello.
Argentina también decepcionó y mucho, al principio de la copa llegué a considerarlos amplios favoritos, pero su arrogancia los llevó a ser once estrellas que nunca jugaron en equipo. Messi sin el Barça, no es el mejor del mundo y Maradona es Maradona: arrogante, sangrón y corriente, repartiendo besos y nalgadas a sus jugadores.
Otro nefastito fue Cristiano Ronaldo, qué tipo tan pesado y tan protagonista; nunca pudo hacer nada con su equipo porque pasaba demasiado tiempo mirando a la cámara. Los brasileños andaban en las mismas, y eso que Dunga no llevó a las “estrellas” del equipo.
Los que sí me gustaron fueron los paraguayos, se les veía mucha unión y espíritu de equipo. Estuvieron a punto de meterles un susto a los españoles e hicieron un extraordinario papel. Los ghaneses me dejaron con un sabor de tristeza en la boca, a punto estuvieron de llegar a semifinales. Ellos son los que me hicieron recordar la película de Uys; la carita de Asamoa Gyan antes de cobrar el penalty que les daría la victoria, muerto de miedo, llamándo al miedo, y los dioses cobrándose. En ese mismo partido, un jugador bien conocido por los mexicanos, el “Loco” Abreu, cobra el penalty ganador de manera heterodoxa y hermosa que me hizo recordar que esto es un juego y es para divertirse. Qué tipo tan “Loco”.
Hablando de uruguayos, para mí fue más notable Suárez que Forlán. Luis Suárez más que goleador parece cantor de tangos. Metió un golazo bellísimo contra Corea del Sur pero también metió una mano infame contra Ghana, en el área, como si estuviera cantando Garufa. Esa acción desató comentarios encontrados en cuanto a la ética del futbol: ¿es lícito cometer un acto indebido con tal de ganar?.
La final de España contra Holanda estuvo plagada de patadas; juego sucio permitido por un árbitro estúpido, sin embargo hubo una jugada maravillosa: ante un jugador lesionado, España saca la pelota del terreno, los holandeses pretenden devolver cortésmente el balón, sin embargo algo sale mal y Casillas, el arquero español tiene que dar un manotazo ágil para evitar que el esférico entre a su meta, provocando tiro de esquina. Los holandeses cobran el corner devolviendo la bola a Iker; ésta fue la jugada más ilustrativa del fairplay. Sin embargo me pregunto ¿y si el balón hubiera entrado?.
Me gustó que ganara España pero me hubiera alegrado mucho ver campeonar a Holanda, que lleva ahora tres finales y ningún título. Me gustó España pero no me emocionó: las demasiadas fallas ofensivas casi me hicieron recordar al Guille Franco, nuestro delantero de pacotilla. Sin embargo, la disposición como equipo, su juventud, su arrojo y el trabajo de un entrenador de bajo perfil hicieron a La Furia Roja el campeón en Sudáfrica.
Me encantó el mundial, me emocionó ver como la gente una vez cada cuatro años se unifica por una razón simple y comparte mucho más que el gusto por un deporte. El futbol y la copa del mundo nos deja la lección de la unidad, la reflexión de la derrota, la esperanza del próximo juego y el sabor del triunfo.
Pero se acabó. A otra cosa mariposa.

5 comentarios:

Mastrocuervo dijo...

Muy lindo post, Tocayo. Comparto casi todas las opiniones que allí están, en especial lo que dices de paraguayos, ghaneanos y uruguayos. Y también creo como tú, que España fue un muy buen campeón pero no emocionó.
Y lo mismo que tú digo: basta de fútbol por un tiempo, eh!
Te envío un gran saludo.

Özer dijo...

Como buena villamelona de todo deporte ví y disfruté el fut durante el mundial, y probablemente no lo veré en 4 años. Pero su bló se disfruta siempre.
(¿Y qué le ha parecido Seda?)

Miguel Miranda dijo...

Mi querido Tocayo Austral, te mando un abrazo futbolero desde acá.

Doña Özer, Seda es una maravilla, me encantó. La leí dos veces seguidas. Me gustó Baricco, voy a leer más de él. Un abrazo.

Anónimo dijo...

hoy es 27 de agosto y usted ya no ha escrito nada ¿Pues que no nos considera a sus lectores???? déjese de depresiones y pretextos y deleitenos con su genio!

Miguel Miranda dijo...

Querid@ Anónim@, gracias por despertarme, gracias por leerme, gracias por estar al pendiente.